lunes, 9 de septiembre de 2013

ENTREVISTA CON ANTONIO CARO

Hace ya varios años, si mal recuerdo entre los años 2001 y 2003, le propuse como ejercicio  de diálogo, esta entrevista al maestro Antonio Caro. Él, de manera muy gentil y generosa,       aceptó. El método fue muy sencillo. Yo le hacía una pregunta vía mail y él, en su momento me  respondía (recuerdo que no pasaban más de 48 horas entre la pregunta y la respuesta). Aquí está un fragmento de la misma, editado y recuperado del anaquel de los buenos recuerdos.   Un gran abrazo a Antonio, en donde se encuentre...
C.Q.: ¿Como ve usted la recepción de su trabajo? 
A.C.: En la práctica, en este momento, más que la valoración de mi trabajo por parte de los integrantes del medio artístico, me interesa la “validación” de mi trabajo que puedan hacer las personas que detentan el poder de decisión en los circuitos artísticos. Estás o no estás, es la consigna y ellos son los que deciden.
No obstante, en esencia, es la recepción positiva del escaso público asistente a los eventos de los circuitos la que me congratula y a la vez, me sirve de retroalimentación para continuar con mi trabajo.
C.Q.: ¿Como ve la relación con otros miembros del medio artístico?
A.C.: Con los artistas. Cuando empecé a frecuentar el “medio artístico” tácitamente se estableció una referencia cronológica con los artistas “mayores”  a quienes en general respeté y aún hoy, respeto, especialmente por cuestión de edad.
Por coincidencia y por analogía – considero históricamente muy importante el paso
generacional que ellos dieron – pude contactarme con los artistas que inmediatamente me preceden (Caballero, Hoyos, Salcedo, Vellojín, etc) y en algún sentido me siento más cercano a ellos que a mi propia generación. En especial, debo destacar a Bernardo Salcedo quién además del cariño que me brindó, fue mi verdadero maestro. Por mi relación con Salcedo, puedo afirmar que en el periodo formativo de un  artista es muy conveniente conocer y relacionarse con un artista de valía.
Con mi generación he tenido pocos vínculos y muy poca relación, con la excepción del grupo “Del Sindicato” de Barranquilla y con Alicia Barney cuando vivía en Cali. Ahora que estoy viejo y media una generación entre nosotros y por lo tanto, no existe la competencia de espacios y beneficios, tengo muy buena relación con los jóvenes artistas y estoy muy pendiente de entender sus expectativas, problemas y propuestas.
Con los críticos. Mis inicios como artista coinciden con la partida de Marta Traba y el posterior vacío de critica en el país. Vacío que en general permanece y cuyas diversas causas deberían ser analizadas con profundidad. No obstante, he tenido el apoyo de personas como Miguel González y Eduardo Serrano que han desarrollado una labor de gestores a la par del trabajocrítico.
Con los curadores. Para mí, la figura del “curador” es una figura reciente y a diferencia de la del crítico, la relación con el curador es una relación de indefensión ante el poder. El curador tiene el poder de marginar o circular el trabajo del artista. En mi caso he tenido suerte pues mi trabajo ha sido considerado por Carolina Ponce y José Ignacio Roca pero también, he sido y seré “negreado” por muchos curadores.
Con los historiadores. En Colombia, en general he sido ignorado por los historiadores, espero que esto sea más por una cuestión de método que por una cuestión de valores. Aunque debo señalar que Gina McTaver en su trabajo para su opción de P.H en la Universidad de Texas incluirá algunos datos sobre mi trabajo.
C.Q.: Y con las instituciones educativas.
A.C.: Mi primera relación con la institución educativa fue un fracaso. En 1969 entré a la Facultad de Artes de la Universidad Nacional  de Bogotá entre otras cosas, con un puntaje altísimo en mi examen de admisión.
Mi desempeño como estudiante fue peor que pésimo y solo mi la habilidad para burlar el sistema de la institución, ciertas situaciones espéciales unidas a la suerte, me permitieron sobrevivir en el ámbito académico. Afortunadamente, pese a los malos ratos y tratos sufridos, salí indemne y mi talento y estupidez natural no fueron deformados por la institución.
Algunas veces he sido llamado por la institución para charlar  con los alumnos y excepcionalmente para dictar mi “famoso” taller de creatividad.  Pero en general, esto ha
sido esporádico y excepcional.
Si tuviera que definir la institución educativa ladefiniría como un tentáculo del poder que se autoabastece a si misma con lo peor de sus graduados que de esta manera, se convierten en continuadores de ese cáncer llamado institución.
C.Q.: Qué representa el estado y cual es su relación con el mismo.
A.C.: Mi obvia relación con el estado es la de ciudadano que aunque no ejemplar en el sentido cívico, al menos correcto, en el sentido policivo. Mis relaciones con las instituciones del estado han sido correctas y como artista he buscado y he logrado los apoyos que el estado ofrece a los artistas: apoyos para actividades, becas y participación en concursos y eventos. Algunas instituciones del estado  me han contratado para dictar mis talleres. Ocasionalmente he sido jurado de eventos oficiales.  En general, en mi campo específico como artista, concientemente he buscado y he tenido buenas relaciones con el estado. Lo único que puedo aducir en mi defensa respecto a esta relación, es que nunca he tenido dentro del estado, una posición de poder.
C.Q.: ¿Y desde el punto de vista económico?
A.C.: Aunque soy de una familia pobre, gracias a Dios, siempre he tenido el apoyo de mi familia: casa, comida. Soy una persona sin obligaciones económicas, familia, hijos, etc. Mis gastos personales son mínimos. En mis constantes viajes tengo una gran ayuda de mis amigos: la posada. Hoy por hoy, de una u otra, forma mis actividades artísticas se autofinancian: pasajes, concursos con bolsa de trabajo, apoyos institucionales, etc.
En mi actividad profesional es muy importante el apoyo económico recibido por medio de becas. Pero, en realidad, aún no supero la línea del equilibrio y mi situación económica en general es muy precaria, incluso, al momento de escribir estas líneas...
C.Q.: ¿Cómo recuerda usted el medio artístico colombiano cuando comenzó?
A.C.: Las “artes plásticas” así se comenzaba a llamar el conjunto de la cerámica,
la escultura, el grabado y la pintura, en el periodo de 1968 a 1972, irrumpieron en la escena cultural de Colombia como un fenómeno cohesionado que llamo la atención en el ámbito de la cultura nacional.
Evidentemente este fenómeno se había gestado desde años atrás (los pintores y escultores modernos, la labor indiscutible de Marta Traba) pero es en ese momento, cuando incide en el público en general. Hay varios factores que pueden explicar, en parte, este fenómeno: Externos, el auge de las telecomunicaciones (la comunicación satelital) Mayo del 68, el movimiento Hippie y el eco las culturas POP. Internamente, en cuanto a lo “plástico” El escándalo de Marta Traba y el presidente Lleras Restrepo.
Los drásticos cambios en el manejo del Salón Nacional (XVIII, XIX y XX). Los escándalos de Bernardo Salcedo: Salón Dante Alligueri, Salones Nacionales. Las Bienales (Medellín y Cali) La crisis de la Facultad de Artes de la Universidad de Los Andes (Bogotá) Si bien internamente hubo posiciones de vanguardia (ojo a este término que define mucho) lo interesante es que el gran público hablaba en general del “arte moderno” como un hecho innegable (aunque no sea comprendido o asimilado) y personas como Alejandro Obregón son reconocidos como figuras del arte nacional (¡aunque sea Español!)
Una característica innegable de ese momento es que guardando las debidas diferencias, distancias y proporciones por primera vez lo producido en Colombia es casi sincrónico con lo producido en los Estados Unidos y en Europa. Conviene recordar que los primeros cuadros abstractos son producidos en Colombia por Marco Ospina a su regreso de México, ¡en 1950!
Para ser sincero, mis motivaciones en ese momento eran totalmente personales y hasta familiares (Debía justificar en mi casa y socialmente mi actitud de “artista” ) Que se pueden resumir en la necesidad de lograr “ser artista” reforzada aún más, por el hecho de no estar estudiando arte.
Ni remotamente (aunque soñara con el triunfo) pensaba en relación con el arte internacional. Simplemente luchaba por lograr un espacio en el arte nacional que fácilmente por aquello de lo provinciano del momento y de nuestro centralismo ancestral se reducía simplemente a tener un lugar en el medio artístico de Bogotá.
Afortunadamente desde el primer momento logré eso, reacciones y críticas. Por un lado debo agradecer que desde siempre he sido “noticia” periodística y para bien o para mal siempre el público a reaccionado con mi obra. En cuanto a la crítica, la tuve desde el comienzo, hecho que me sirvió para lograr reconocimiento y especialmente, como orientación, pues yo nunca tuve formación teórica.

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