martes, 16 de diciembre de 2014

¡CALLATE, CALLATE, CALLATE! QUE ME DESPERAS! O, ¡AVELINA POR QUÉ NO TE CALLAS!

Por: Carlos Fernando Quintero Valencia

Insiste El Malpensante, una triste revista colombiana, que empezó bien y está terminando muy mal, en reproducir los artículos de Avelina Lésper, una señora que parece se las da de historiadora y crítica de arte, salida de lo más profundo del inframundo de la ignorancia, a reptar por lo laberintos del pensamiento artístico cual Golum. La verdad, cuando he visto sus artículos, no he pasado más allá del segundo párrafo. Son tantas sus deficiencias, sus desconocimientos, sus dudosos prejuicios, sus errores, sus lugares comunes, sus clichés, en tan pocos renglones que no sé qué mente puede pensar en publicarlo y mucho menos en leerlo. Lo lamentable es que lo publican y lo replican como verdad revelada, generando un ambiente de reconocimiento que considero terriblemente peligroso y “confundidor” sobre todo para los jóvenes de las artes. Aprovechando que el último artículo publicado por la moribunda Malpensante (dicen que está que se acaba) no es tan extenso y que la señora Lésper condensa sus más comunes y ridículas apreciaciones, me propongo realizar un acto de autosacrificio y leer completo, con comentarios para ustedes el horroroso texto. No sé si llegue hasta el final, pero al menos haré un esfuerzo, “pensando en los niños”, como la señora de los Simpsons… El artículo se puede leer (aunque no lo recomiendo) en http://elmalpensante.com/articulo/2944/robar_plagiar_mutilar. ¡Aquí vamos! Deseenme suerte… (hasta me persigné).

Primer párrafo… a ver si paso de este…

1.    “Duchamp declaró que el artista debería ser un pensador más que un hacedor y que, por lo tanto, había que deshumanizar la obra.” La idea que el artista sea más un pensador que un hacedor no es de Duchamp. Esta es una idea que está en la génesis de las artes, al menos, desde Platón y Aristóteles. No entiendo la asociación que hace la Lésper entre pensar y deshumanizar. Mejor, ¿cómo el pensamiento deshumaniza? ¿Acaso no somos humanos porque pensamos? O ¿será que su concepción de lo humano tiene que ver con lo bípedo y la emisión de sonidos por la boca?

2.    “Este momento coincidió con la revolución tecnológica: la industria buscaba diferentes medios para fabricar artículos en serie y Duchamp se dejó deslumbrar por el progreso, dando la espalda a la devastación que sufría Europa durante la Primera Guerra Mundial”. ¿Duchamp se dejó deslumbrar por el progreso? Es posible, pero no fue el único. La idea de progreso tecnológico e industrial sedujo a todo el mundo, porque en cierta medida funcionó muy bien. La crítica vino después. Pero, de otro lado, lo que hace Duchamp es burlarse del arte, que es producto del mismo sistema ¿Dando la espalda a la devastación que sufría Europa? ¿Acaso la señora Lésper no sabe que este nuevo arte es en repudio de la sociedad en general, que permitió la guerra y la devastación? ¿No conoce a Dada y sus manifiesto? Los artistas como Duchamp fueron mucho más allá. Atacaron el problema en los cimientos, como lo sería el paradigma lógico de occidente, cuestionado muy posiblemente desde “El sueño de la razón…” de Goya (quién sabe si antes). La Fuente de Duchamp pone en cuestión tanto al sistema del arte y al sistema social, incluido el pensamiento lógico y racional. Así las cosas, ni hay “deslumbramiento”, ni hay “espalda a la devastación”. De pronto, lo que hubiera querido Avelina es un pintor que de manera panfletaria y anecdótica hiciera una “representación mimética” de algún soldado empuñando un fusil, cuadro que bien se vendería en alguna galería de arte de la época a muy buen precio. Lo anterior sería caer en los ardides del sistema social, político y económico. Es la falsa idea del “compromiso” que parece defender.

3.    “Es absurdo que no haya creación y sin embargo al acto de firmar más urinarios se le llame reproducción y autentificación (para más petulancia, con un seudónimo, R. Mutt)”. ¿Qué tal? La señora Lésper asocia olímpicamente la “creación” a la manufactura, es decir, parece ser que sólo lo manufacturado es “creativo”. Personalmente, tengo problemas con la idea de “creación”. Pienso que la creación implica la divinidad, una idea que está presente en las artes desde tiempos inmemoriales. Marsilio Ficino, el autor florentino de la Academia de los Medici, introduce la idea de Furor divino, planteando que la creación viene del dios católico y el artista, como un médium, es poseído y utilizado para crear.

El mismo Duchamp, en su conferencia El acto creativo, ataca la idea del artista como médium. En síntesis, si el artista es un médium no tiene voluntad de crear, así que no tiene ninguna consciencia sobre su trabajo. La idea es muy bonita y cala. Pero anula cualquier posibilidad crítica de las artes, entre ellas, las posiciones sociales, políticas, ideológicas, filosóficas y demás… Mejor dicho, si esto fuera así, ¿qué sentido tiene estudiar artes? ¿Para qué la Estética? ¿Para qué Avelina? ¿Para qué yo? ¿Y tu? Mejor nos dedicamos a rezarle al dios creador y nos sentamos a esperar a que nos toque con su rayo creador y ya.

Por lo anterior prefiero la idea de “producción” sobre “creación”, porque la “producción” es humana, en el sentido en que los humanos producimos a partir de los materiales, las técnicas, el trabajo, el sentir, lo pensado, y quién sabe qué más.

4.    “El sueño de Duchamp se realizó y el arte no solo se deshumanizó, sino que además perdió su esencia, su búsqueda inicial: la factura del artista, que es la demostración de sus ideas a través de sus habilidades y talento”. ¿la factura del artista, que es la demostración de sus ideas a través de sus habilidades y talento? O sea, ¿lo que no sea manufacturado no demuestra nada? Hablar de lo humano en términos de la “factura” (prefiero “manufactura”) ¿no remite al homo habilis? O mejor aún, ¿el homo sapiens no hace arte porque piensa? La idea del arte como Bellas Artes es muy reciente. Si mal no estoy la plantea y posiciona socialmente Charles Batteux en el siglo XVII. Antes, las “artes liberales”, que se diferenciaban de lo manufacturado, eran la aritmética, la geometría, la astronomía, la música, la gramática, la dialéctica y la retórica. En la Edad Media se reúnen en el Quadrivium (las cuatro primeras) y el Trivium (las tres últimas). Esto lo sabe hasta Wikipedia, pero aparentemente no lo conoce la historiadora y crítica. En fin, lo que se consideró arte hasta el siglo XVII, al menos, fueron prácticas de pensamiento. O sea, siguiendo la entendedera de doña Avelina, ¿no hubo arte antes de Batteux?

5.    “Sin el proceso básico de pensar y hacer, el arte se reduce solo a pensar. El objeto puede ser lo que el artista elija entre millones de posibilidades. Pensar y trabajar dirigen el quehacer artístico hacia búsquedas estéticas; solo pensar lo arroja a búsquedas especulativas. Somos una fábrica de pensamientos, útiles o inútiles, productivos u ociosos; esas ideas, por estériles y torpes que sean, pueden “dar otro significado al objeto”, “descubrir su poética” y convertirlo en arte. El pensamiento arbitrario rige donde no hay factura. Con esta nulificación del trabajo artístico, el objeto en serie en su condición casi infinita hace que el arte se vuelva monótono, lo uniforma y lo lleva a un callejón sin salida”. ¡Qué serie de barbaridades! Desglosemos esto… ¿“Pensar y trabajar dirigen el quehacer artístico hacia búsquedas estéticas; solo pensar lo arroja a búsquedas especulativas”? O sea, la ciencia, la filosofía, lo tecnológico como pensamiento y hasta la religión, cuando no implican manufactura, ¿son sólo mera especulación? Y, ¿si el artista no hace, no piensa? O ¿sólo haciendo su trabajo vale? Ahora bien, ¿qué definición de estética trabaja la señora? En la Crítica de la Razón pura, Kant tiene una definición muy interesante, planteándola como el área de la filosofía hermana de la Lógica y que estudia el pensamiento no lógico ni racional. En este sentido, la “búsqueda estética” es la búsqueda que implica una manera diferente de pensar. Un arte asociado a esta “estética” implica pensamiento y no necesariamente hacer. Por eso, cuando plantea “esas ideas, por estériles y torpes que sean, pueden “dar otro significado al objeto”, “descubrir su poética” y convertirlo en arte. El pensamiento arbitrario rige donde no hay factura”, dice algo muy cierto, pero en sentido contrario. Sí, porque desde el carácter poético o metafórico (Paz y Ricoeur, por ejemplo) el arte tiene que ver con “dar otro significado al objeto” y “descubrir su poética”… Y no es sólo con la (manu)factura que se da lo “no arbitrario”…

6.    “Suponer que las ideas “cambian” la obra, que la “resignifican”, niega toda lógica y supedita la experiencia estética a una ideología, eliminando su cualidad de experimento personal de apreciación. Concederle valores o significados extraordinarios a algo ordinario, simplemente porque el artista lo decidió, ridiculiza la creación y otorga una dimensión desmesurada a la sociedad de consumo”. Y ¿acaso esto no pasa con los bodegones de Chardin o de Cézanne? Claro que las ideas cambian las obras y las resignifican. Esa es la idea principal del arte. Y lo que hicieron y han hecho los artistas es darle un valor agregado a los objetos de la cotidianidad, en todas las épocas y todas las técnicas. No se trata de un “buen hacer”, si no de “un buen pensar”…


Desisto de la lectura. Es agotador y doloroso. Como siempre, la falta de rigor, criterio, formación y análisis crítico de la señora vence mi paciencia (que es muy poca). Además, creo que he ilustrado con suficiencia los precarios prejuicios en que basan sus juicios. Todo parece quedar reducido a que el arte, según la Lésper, se basa en la “factura” y que sin “factura” no hay arte (con su insistencia en la "factura" pareciera que trabajara para la DIAN o la SAT). Desconoce el devenir histórico básico (léase Wikipedia) del concepto de arte y cómo se ha transformado su concepción en los últimos siglos y además es incapaz (creo que por ignorancia) de entender el “carácter poético” de lo artístico del último siglo. Yo creo que mejor se calla… Por lo menos, hasta que aprenda un poquito más. ¡Y dejen de andar leyendo y promocionando esa basura!

viernes, 12 de diciembre de 2014

HERNANDO TEJADA EN LA TERTULIA: JUSTICIA Y REPARACIÓN.

Por: Carlos Fernando Quintero Valencia



¡Qué gusto! ¡Qué alegría! ¡Qué felicidad! ¡Qué goce! Hoy, después de muchos años, fui al Museo La Tertulia y salí contento, casi que feliz… Me invitaron a la rueda de prensa y a la visita guiada con el curador de la exposición Tejadita: Viajero y sibarita, que se inaugurará este lunes 15 de diciembre. Pude ver en detalle la exposición, hablé con los organizadores, los empleados del museo, las guías. Revisé con ojo crítico cada detalle. Y la respuesta a mi pregunta del artículo anterior a este, fue afirmativa, positiva. Con Tejadita: Viajero y sibarita, hay justicia y reparación, o al menos, el inicio de esta.


¡Al fin una exposición con una curaduría seria! ¡Al fin una exposición que no tiene fallas en el montaje y la iluminación! ¡Al fin una exposición con propuestas y reflexiones! ¡Al fin una exposición acorde con el devenir y el del museo! ¡Al fin una exposición con guías simpáticas, que manejan bien los temas, con las que se puede discutir! (y creo que no estudian artes…) ¡Al fin algo a la altura de un museo en Cali!

Me alegra mucho, me hace feliz, me encanta. Mis más sinceras felicitaciones a las personas que trabajan en el museo y a los que le han metido el hombro a esta exposición. Sé que va a ser un hit, un éxito…


Y no digo más, para no dañar la experiencia… Y hay mucho qué decir. Hay qué hablar de Tejadita, nuestro artista, que regresa a su casa (diría que la exposición está habitada por su presencia, que él, de muchas maneras está allí). Y  no sólo como el personaje de nuestro querido pueblo, si no en su dimensión de gran artista de Colombia y América latina (y, por qué no, global). También tendremos qué hablar de Cali y el devenir de las artes y los artistas. Tendremos que hablar del museo y sus nuevas políticas.



Vayan y vean. Y luego, desde esta kverna, hablaremos… ¡No se la pueden perder!

martes, 9 de diciembre de 2014

HERNANDO TEJADA EN LA TERTULIA: ¿JUSTICIA Y REPARACIÓN?


Por: Carlos Fernando Quintero V.

Hace ya unos buenos años, discutiendo con un distante amigo historiador del arte en México, sobre el panorama de las artes en Colombia, no se me ocurrió mejor simil que las formas de la violencia para hablar de los artistas de las últimas décadas. La situación de las víctimas de los actores violentos se parece demasiado a la de los artistas colombianos. Por ejemplo, tenemos generaciones de artistas “desaparecidos”, grupos de artistas “desplazados” o “desterrados” y poblaciones enteras de artistas “masacrados”. Claro, no en un sentido literal, si no, por fortuna, alegórico o metafórico. Y de las situaciones mencionadas parece que no se salva nadie, o muy pocos afortunados. Hasta el mismo Fernando Botero, el artista más publicitado y promocionado del país, habría sido víctima de “desaparición” (ya lo es aparentemente del “destierro”) de no ser por sus ampulosas donaciones de obras y espacios en Medellín y Bogotá (¿y no serán estas las impulsoras primigenias de los fenómenos artísticos actuales en las dos ciudades?).

La cuestión fundamental es que hay un fenómeno de desconocimiento y olvido programados, que parece se ejerce desde las mismas instituciones encargadas del patrimonio y la memoria, que tienen un afán ultra modernista por todo aquello “novedoso”, así esa novedad sea la repetición de formas y actos que se desconocen y se olvidaron. Así, la mayor parte de los artistas colombianos, están olvidados o perdidos, no importando su nivel de reconocimiento en vida o las calidades de las obras que dejaron.

Uno de los miles de ejemplos es Hernando Tejada. El maestro pereirano que vivió casi toda su vida en Cali, que se convirtió en una de las figuras emblemáticas del arte de la ciudad, al punto que su famoso gato es símbolo de Cali, como La Ermita o Cristo Rey, a su muerte, fue “desterrado” y menos preciado, casi hasta el olvido. Lo puedo decir con propiedad. Hace pocos meses tuve la desafortunada oportunidad de visitar su hoy ruinosa casa, llena de objetos, obras, fotografías, murales y artefactos realizados por el maestro y sus amigos, dejados en el olvido y el abandono. Dolido por el abandono, contacté a los encargados del legado y con tristeza me contaron que nadie en Cali, ni las instituciones gubernamentales, ni la empresa privada, ni la academia, ni nadie, de todas las personas con las que hablaron, quiso hacerse cargo de esa casa, sin dudas, patrimonio cultural y artístico de Cali y el Valle. Es más, ni siquiera quisieron sus obras, seguro siguiendo los mismos vetustos principios que valoran “lo novedoso” (es lo único que no cuestionan, el viejo principio de “lo nuevo”). Así, el Legado artístico de Hernando Tejada se fue para Medellín, dónde le dieron (según me cuentan, porque no he ido a verlo) un espacio digno. Lo mismo, hasta donde me contaron, sucedió con su hermana Lucy. Lo mismo con tantos artistas que hoy desconocemos y que no sabremos nunca de ellos ni de sus obras.


Por eso celebro con tristeza y con rabia la próxima exposición de Hernando Tejada en el Museo La Tertulia. Ojalá y sea el inicio de un “proceso de paz” en las artes de la ciudad y el país, que brinde justo y digno reconocimiento a los artistas de todos los tiempos y todas las tendencias. Sin ellos no estaríamos aquí… ¡Justicia y reparación!

La exposición se inaugurará el próximo lunes 15 de diciembre, a las 5pm...