sábado, 20 de septiembre de 2014

LA REINVENCIÓN DEL FESTIVAL MUNDIAL DE SALSA

Por Lily Sandov (*)

Fotos: AYMER ANDRÉS ÁLVAREZ - Cortesía Secretaría de Cultura y Turismo de Cali


Pasada la euforia del IX Festival Mundial de Salsa de Cali es momento, con cabeza fría, de pensar qué vamos a hacer con el evento para su edición de 2015, donde cumple diez años. La idea es que la actividad tenga un toque especial, diferente y de paso le demos una bocanada de aire fresco para seguir aportando en la cultura de la salsa y liberarnos de esa incómoda sensación de que el Festival es lo mismo de siempre cada año.


Aquí van algunas apreciaciones muy personales y respetuosas que espero sean escuchadas por el colectivo de amantes y seguidores de la salsa, para que sean analizadas; y si calan, hacer una minga para que la Secretaría de Cultura y el Comité del Festival las tengan en cuenta para próximas ediciones.
  1. Revaluar si seguimos llamándolo 'Festival Mundial de Salsa': Si queremos insistir con este nombre creo que es momento de hacer promoción del evento en escenarios internacionales. En esta edición ya llegaron participantes del Ecuador, pero el espectro debe ampliarse más. ¿Se imaginan a nuestros bailarines en duelo con participantes de Puerto Rico, República Dominica o Cuba? Solo de esta manera mediríamos en qué nivel estamos. Es dejar de vernos al espejo los mismos con las mismas.

  1. Hay que innovar con temas de salsa: El repertorio de la salsa es amplio y rico, pero de verdad, nueve años apreciando coreografías grupales o de parejas con temas como 'Bemba colorá', 'Estudio de la revolución' o 'Welcome to the party', ¡aburren! Una buena opción es que anualmente rindamos culto bien sea a un compositor, una agrupación o un cantante, eso permite explorar, conocer, difundir y enriquecer el legado de la salsa.
    Y si quisiéramos ser más ambiciosos, crear una categoría más: mejor interpretación, o mejor montaje/ coreografía con la obra del autor y/o cantante elegido como homenajeado.
  2. Poner restricciones al uso de ciertas bandas sonoras: En aras de aportar más a la cultura de la salsa, es momento de que en la competencia no se repitan bandas sonoras en los participantes. Considero que es momento de exigir que previamente presenten los temas. Es incómodo para el espectador, además de soportar las maratónicas jornadas de eliminación y final (que toman entre 4 y 6 horas), escuchar siempre los mismos temas.
  3. Reducir el número de finalistas: Creo que el número de finalistas por categoría (que son siete en la actualidad) debe reducirse a cinco o tres para la noche final. Con esto se logra una reducción notable en el tiempo de duración de esta gala y permitirá que al final, la premiación sea más organizada y no a las patadas y a la carrera como ocurrió en la pasada edición, pues en cinco minutos entregaron trofeos y cortaron la transmisión por TV.

  1. Promover el Festival entre los universitarios: Debo confesar que este año me encantó la idea de que los grupos universitarios tuvieran un lugar en las eliminatorias y que su talento diera para llegar a la final. La presencia de un grupo en la modalidad 'Ensamble' con Unicesi Baila y la orquesta Son de Icesi son el mejor ejemplo de que los universitarios también pueden ser un buen semillero de la cultura de la salsa en Cali.
  2. Hacerle reingeniería a Exposalsa: Es un espacio que funciona muy bien en la parte de talleres y exhibiciones de salsa; pero adolece en la parte comercial. Este espacio es perfecto para que las academias le cuenten al público caleño de sus actividades, de sus clases, talleres y shows en los que toman parte.                                                                                                                                          
                                                                                                     
    Si vivimos en Cali y nos preciamos de ser amantes de la salsa y de la cultura que hay tras ella, por favor, no tengamos miedo de dar a conocer nuestro punto de vista, no nos quedemos en la crítica destructiva y malsana, aportemos nuevas ideas, demos luces a sus organizadores para que el evento se fortalezca porque nuestros bailarines y las escuelas de salsa se han ganado a pulso ese espacio que tienen en la programación cultural de Cali.
 (*) Comunicadora social adoptada por Cali para su ejercicio profesional, espectadora y amante del arte local. Fotógrafa por puro hobby. Integrante del Colectivo 4 Gatos, gestores del proyecto (en construcción) Zona C.  
Correo electrónico:  informacionzonac@gmail.com En Twitter: @RevistaZonaC

sábado, 13 de septiembre de 2014

LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES CULTURALES... (PARTE 2)

Por: Carlos Fernando Quintero V.

Lo otro que me llama la atención es la vinculación o contratación de docentes, en especial los salarios de los profesores. En la última convocatoria para docentes de la Facultad de Artes Visuales y Aplicadas, los valores de los contratos por asignatura oscilaban entre $1’045.000.oo y los $2’950.000.oo aproximadamente, ¡por semestre! (US$500 – US$1.500 aproximadamente). El tipo de contratación es por Prestación de servicios, es decir, que el empleado-profesor debe pagar de su salario mensual el 10% de impuesto de retención en la fuente, 12% de aportes a salud, 16,5% de aportes a pensión obligatoria, 5% de riesgos laborales, para poder cobrar su salario mensual (mejor dicho, primero paga y luego cobra). Así las cosas, el profesor que recibe el primer monto de contrato deberá dividir su ingreso semestral en los cuatro meses del contrato, recibiendo cerca de $260.000.oo (no llega ni a la mitad del salario mínimo legal vigente en Colombia), de los cuáles le descontarán $26.000.oo de Retefuente (quedándole $234.000.oo) y con anterioridad ha debido pagar cerca de $170.000.oo de salud, pensión y riesgos profesionales, quedándole al final la suma de $64.000.oo, lo justo y exacto para ir en servicio público a su lugar de trabajo y para que se tome un café sin derecho a empanada, por cada sesión. A ver, esta pobre persona, que al menos ha dedicado años de su vida a estudiar, de donde paga renta, servicios públicos, comida y demás “gastos superfluos”. Eso sí, que ni piense en comprarse un libro o en ir a cine, menoS ir a una Feria de Arte, ni siquiera ArtBo, ni mucho menos producir una obra (que ni para papel higiénico queda).

En el segundo caso, el profesor deberá dividir el valor de su contrato en los mismo 4 meses, debiendo cobrar $750.000.oo al mes (apenas superando el valor del salario mínimo legal vigente). El descuento mensual debería ser de $75.000.oo de retención en la fuente y los mismos $170.000.oo de salud, pensión y riesgos laborales. O sea que le quedarían $505.000.oo por mes para cubrir sus gastos. Más holgadito el asunto, si no fuera porque este ingreso corresponde a cada uno de los 4 meses del contrato del semestre y los profesores tienen la fea y mala costumbre de vivir 6 meses por semestre (obvio, ¿no?).

Claro esto se resuelve asignándole al menos dos o tres cursos, o sea contratos, a cada profesor y así el ingreso neto mensual del profe sube a $700.000.oo o hasta $1’500.000.oo, lo que, con todo respeto, sigue siendo un salario muy bajo para un profesor universitario en este país y en la mayoría de países del mundo.

Sin embargo, mi inquietud no es sólo por el bajo nivel salarial sino que tiene que ver más bien con el tipo de vinculación o contratación que se hace en el IDBA. Lo primero que hay qué aclarar es que los profesores no tienen escalafón docente, así que no es valorada en su contratación ni la experiencia profesional y en docencia, ni sus investigaciones o producciones intelectuales. En términos laborales y contractuales, da lo mismo contratar a un gran maestro o profesor que un chaval que se acaba de graduar, ya que su vinculación no corresponde a los costos de la docencia de nivel superior, sino que es valorada al nivel de un administrativo de rango medio gubernamental (incluso creo que gana más un ascensorista del edificio de la Gobernación que un profe del IDBA). Y lo que no se valora tiene que ver con los años de estudio y trabajo, lo que redunda en la calidad del profesor. Además, está juego la estabilidad laboral que implica el compromiso con la institución (así no tendría que emplearse en otras instituciones, por ejemplo, y se puede dedicar más al instituto), la posibilidad que el profesor siga investigando y desarrollándose profesionalmente, así como poder tener una calidad de vida (así sea lo básico).

De lo anterior siempre se me han presentado al menos dos dudas. La primera es ¿cómo es posible que el IDBA tenga una acreditación de calidad del MinEducación, cuándo las condiciones laborales son tan malas, sin hablar de las carencias, deficiencias y malas condiciones de espacios, insumos y equipos? La segunda es ¿cuánto vale, realmente, una planta profesoral nombrada y con escalafón docente? Dejaré en el aire la primera (no tengo una respuesta lógica y dentro de los parámetros legales, morales y éticos) y le meteremos el diente a la segunda.

Tomemos el caso de la carrera de Artes Plásticas. En la página web se anuncia que programa ofrece 160 créditos. Cada crédito académico corresponde a 48 horas de trabajo, 16 presenciales (o sea clase) y 32 autónomas (las que debe dedicar el estudiante a su trabajo y desarrollo educativo). Por lo tanto, los 160 créditos deberían corresponder a 7680 horas, de las cuales 2560 corresponden a docencia directa (la clase que dicta el profesor).

Los profesores no sólo destinan su tiempo a la docencia directa. La docencia universitaria contempla, además de las clases, la investigación y la proyección social. Además, las categorías de los profesores implican 4 niveles, que son: 1. Profesor auxiliar. 2. Profesor Asistente. 3 Profesor Asociado. 4. Profesor Titular. Pero, ¿auxiliar, asistente, asociado o titular de qué? Pues de los grupos de investigación que se deben conformar y a los cuáles los profesores se deben suscribir, conformando una estructura piramidal, donde los auxiliares son la base y los titulares son la punta. Así, los profesores auxiliares deberían asumir buena parte de la docencia directa (que no debe ser más de la mitad de su labor académica), los asistentes un poco menos, los asociados menos y los titulares, muy poca. Los titulares ocuparán la mayor parte de su tiempo en investigación, seguida la dedicación a los asociados, luego los asistentes y por último, y con poco tiempo para esta labor (un 25% a lo sumo), los auxiliares. Por otro lado, los ejes o los núcleos del programa deberían corresponder a los grupos de investigación. Así, cada núcleo tiene un grupo de profesores asignado y que cubren todas las necesidades de su área. Claro, así debería ser, pero no se cumple, creo que ni se piensa y creo que tampoco lo saben.

Volvamos al caso de nuestro querido programa de Artes Plásticas y a la pregunta inicial ¿cuántos profesores nombrados se necesitan y cuánto costarían esas vinculaciones con escalafón docente? Si son 2560 horas de docencia directa y los profesores destinan el 40% de su labor a esta, entonces se requeriría contratar 6400 horas por semestre, o sea, 12800 horas al año. Cada profesor de tiempo completo trabaja cerca de 850 horas al semestre, o sea 1700 horas al año. Así que, con otra simple operación de división (12800/1700) nos da la suma de 7 profesores de tiempo completo y 1 de medio tiempo. Aclaro que es el tiempo y no el número de profesores lo que se cuenta. Estos tiempos se pueden subdividir en los profesores, así que pueden haber pocos con vinculación de Tiempo completo y varios de Medio Tiempo, así como contratados por Hora Cátedra. 

Y, ¿cuánto vale en promedio un profesor universitario de tiempo completo? Incluidas prestaciones y demás impuestos y arandelas (que se pagarían entre la institución y el profesor), cerca de $3’500.000.oo ¡al mes! ¡No el semestre! (¿ven la diferencia? Por lo tanto, contando los 12 meses del año (y no los 8 actuales), el profesor costaría, $42’000.000.oo. Y si esto lo multiplico por los 7,5 tiempos completos, el costo total de la nómina de profesores para la carrera de Artes Plásticas sería de $315’000.000.oo (trescientos quince millones de pesos).

Ahora calculemos, a los costos de Bellas Artes, con cuántos estudiantes, cuyo costo anual lo calculamos antes en 12 millones, se requieren para cubrir esta nómina. Operación sencilla (315’000.000/12’000.000 o, mejor aún, 315/12)… ¡¡¡Ta táaaann!!!  ¡Sólo con 26! Así es, con 26 estudiantes se cubren los costos de la nómina ideal de profesores, con escalafón docente y todo. Pero, ¿la carrera de artes no tiene un poco más de 100 estudiantes matriculados? Y, ¿qué pasa con el resto de la plata, si ni siquiera hay escalafón docente? Porque lo que se gastan hoy en salarios de profesores, sin el mentado escalafón, no creo que llegue ni a la cuarta parte de lo que costaría este.

Es muy posible que la carrera de Diseño Gráfico necesite igual número de tiempos completos (estoy hablando de ocupación del tiempo y no de personas), que Artes escénicas necesite uno o dos más y que Música necesite el doble. Así, en total estaríamos hablando de cerca de 40 tiempos completos, que siguiendo con mis alegres estimados, le costarían a la institución cerca de $1.680’000.000.oo al año, o sea, ¡el 15% del presupuesto anual de Bellas Artes, si es que es de 12 mil millones! o el ¡25% de lo que le gira el Departamento del Valle Cauca!

Claro, todo esto es un estimado y seguro tendrá variaciones en términos de lo real. Pero las diferencias son abismales. En el primer caso son más de  10 mil millones de pesos. En el segundo, sólo con los aportes del Departamento, son más de 5 mil 300 millones. Y claro, en mi ejercicio, que podrá ser muy discutible, hay escalafón docente y en la realidad no. O sea que en la realidad las diferencias entre lo que ingresa al IDBA y uno de los destinos posibles y deseables de los recursos (los pagos de los profesores) es más que abismal.



Ahí les comparto mis dudas y estas reflexiones. Ojalá sirva para que mis compañeros, colegas, amigos y demás abran un poquito los ojos. Yo los abrí hace rato.

LAS CUENTAS TRISTES: LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES CULTURALES DEL VALLE DEL CAUCA. EL CASO DEL INSTITUTO DEPARTAMENTAL DE BELLAS ARTES. (PARTE 1)

Por: Carlos Fernando Quintero Valencia

En las últimas semanas se ha vuelto a poner en primera plana la crisis de las instituciones culturales del Departamento del Valle del Cauca, la Biblioteca Departamental, INCIVA, Incolballet y el Instituto Departamental de Bellas Artes (IDBA). Para esta reflexión me referiré exclusivamente al caso de Bellas Artes, ya que siendo egresado y exprofesor, conozco un poco la situación de la institución, al menos en los últimos 25 años. La situación de las otras instituciones la desconozco, así que mal haría en referirme a ellas. Tampoco se debe tomar como espejo de las otras instituciones lo que se dice en este artículo (dividido en dos parte por su extensión). Imagino que cada una tendrá sus propios procesos y circunstancias. Ya corresponderá a otros, si es del caso, un análisis sobre ellas.

Tristemente, la situación de crisis, las marchas, las asambleas, las amenazas de cierre y demás situaciones afines, se han vuelto costumbre en el IDBA. Cada cierto tiempo, en lapsos de dos, tres, cuatro o cinco años, se presentan situaciones similares, sin que, en apariencia, se den soluciones de fondo y definitivas. Por lo general, lo que sucede es que se dan mini reformas, se mueven algunos funcionarios, se reciben los recursos para asegurar el funcionamiento por cierto tiempo y ya. Como que la idea, de un lado (las directivas institucionales), es mantener el statu quo y del otro (la gobernación en este caso), no quedar mal. Todo “se resuelve” con pañitos de agua tibia, con algún iboprofeno financiero, algún mejoral administrativo.

Lo que percibo desde esta kverna es que no hay una reflexión ni un análisis de fondo sobre la real y actual situación del instituto, hacia adentro y hacia la comunidad. Y mi percepción se basa en que los argumentos que se esgrimen en su defensa siempre terminan en su “importancia histórica”, o sea, se recurre a un pasado idílico y medio fantasioso, y no veo que se hable de su actual importancia para la comunidad caleña y vallecaucana. La idea de este escrito, es aportar ideas que permitan un análisis un poco más profundo y real y que posibilite la discusión y, por qué no, un mejoramiento y un cambio real y de fondo, que resuelva de una vez por todas, la precaria situación.

Según los informes de prensa, el IDBA recibió de la Gobernación del Valle del Cauca, la suma de 3.500 millones de pesos, que corresponden al funcionamiento del primer semestre del 2014. Sin embargo, estos no son los únicos ingresos de la institución. Si mal no estoy, se deben recibir aportes de las estampillas departamentales y se deben generar recursos propios (por concepto de matrículas y servicios prestados, además de la administración de programas y proyectos municipales, departamentales y nacionales). Por lo general, sumados todos estos rubros, los ingresos del IDBA deberían alcanzar un poco más de los 10 mil millones de pesos (aunque tengo entendido que se han alcanzado hasta 12 mil 500 millones en vigencias anteriores).

La principal vocación del instituto es la educación artística, seguida de la promoción y la investigación. Desde hace más de dos décadas, es una institución de nivel superior. Por lo tanto, los estudiantes, en su mayoría, son de este nivel de formación. Así, por otro lado, y en referencia a la educación superior en Colombia, se ha hablado que el costo o, más bien, la inversión que hace el estado colombiano por estudiante es de 3,5 millones de pesos al año, cifra absurda y ridícula por lo baja. Digamos, y el ideal sería, que esta inversión sea, al menos, de 5 millones. Esto no quiere decir que se le den los 5 millones al estudiante, ni mucho menos, sino que sumados los costos o los gastos de la educación en Colombia y dividido por el número de estudiantes, lo ideal sería que en cada estudiante gastara esos 5 ideales millones.

Ahora bien, si el presupuesto del IDBA es de 12 mil millones de pesos al año, ¿cuántos estudiantes debería atender? La operación es sencilla. Se divide 10 mil millones por 5 millones (12000/5 quitándole los seis ceros de los millones) y el resultado es… 2400 estudiantes. Esto en el ideal de los 5 millones. Y en la paupérrima realidad de 3,5 millones por estudiante (12000/3,5) serían cerca de 3430 estudiantes. ¿Tiene tantos estudiantes el IDBA? La respuesta es no. Creo que a duras penas alcanza a tener mil estudiantes en todos sus programas, lo que implica un balance bastante deficitario de gestión. Es obvio que el costo, gasto o inversión, como se quiera llamar, es mucho más alto. Pero ¿cuál sería el costo por estudiante en el IDBA si fueran mil y recibiera 12 mil millones? Operación sencilla: 12.000’000.000/1000=12’000.000 de pesos, más del doble del ideal y casi el cuádruple de la triste realidad.

Copia de la Ordenanza 5713 de 2012. Presupuesto del Departamento del Valle del Cauca.

Hay que entender que esos 12 millones no se le entregan a cada estudiante, sino que se suma y se divide para cubrir los costos de instalaciones, equipos, personal administrativo, profesores, recursos para la docencia, investigación, promoción y proyección institucional, seguridad, aseo, gastos fijos y demás costos. Claro, se puede decir, y con cierta razón, que la educación artística es costosa, por sus “condiciones especiales”, porque “debe ser personalizada” en el caso de la música, por lo costos de producción y de espacios “adecuados” y “los equipos y recursos especializados y de óptima calidad” que se deben utilizar. Claro, eso seguro es cierto, en el ideal. Pero lo que se cuenta es que esto no sucede en la institución. Es más, que dista mucho de esto.

Por otro lado viene el impacto real a la comunidad caleña y vallecaucana. Atender a mil estudiantes, frente a una población de 2 y medio de personas (Cali) y al rededor de 5 millones (Departamento del Valle) nos habla de un impacto irrisorio, casi llegando a cero (0). La institución hace rato no promueve nuevos programas, ni genera dinámicas que impliquen cubrir más población o generar proyectos de mayor impacto, como lo hizo hace una 4 o 5 décadas, cuando lideraba los Festivales de Arte o participaba más activamente en el devenir cultural y artístico de la ciudad y el país. Ahora, los reconocimientos del IDBA se limitan a los logros aislados e individuales, muy importantes eso sí, de algunos profesores o estudiantes, que, en muchos casos, contra viento y marea, realizan de manera heroica su trabajo.

lunes, 8 de septiembre de 2014

TEMPORADA DE EXPOSICIONES

Por: Carlos Fernando Quintero V.

Este segundo semestre del año ha comenzado con una serie de exposiciones en la ciudad de Cali. El fenómeno ha sido tal, que me ha sido imposible asistir a todas y mucho menos reseñarlas, al menos, como se debería. Ya pasaron, por ejemplo, la interesante exposición de Yeison Riascos en el Centro Cultural de Cali, enmarcada en la programación del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, o la exposición de fotografía de los estudiantes del Instituto Popular de Cultura de Cali, orientada y organizada por la maestra Martha Posso, en el Centro Cultural Comfandi. No fueron las únicas exposiciones del mes de julio, pero sí las que me hubiera gustado dedicarle más espacio y tiempo en esta Kverna.

Yeison Riascos y su obra en el Centro Cultural de Cali. 2014.

Un fenómeno similar a una avalancha expositiva se ha presentado en la ciudad, finalizando agosto e iniciando septiembre, lo que parece indicar una reactivación muy positiva del sector de las artes visuales de la ciudad y parece anunciar los numerosos eventos por venir, en la ciudad y el país (por ejemplo, vienen las Ferias de arte de Bogotá, que al parecer van a ser cuatro, ArtBo, Odeón, la Feria del millón y otra que en el momento no recuerdo). Igual, importantes exposiciones en la ciudad de Cali, que ya estaremos reseñando en su debido momento (no cuento para que después no digan que uno es chismoso).

Entre las últimas exposiciones inauguradas se destacan la de Danilo Dueñas y Mónica Restrepo en galería Jenny Vilá. Debo confesar mi especial admiración y aprecio por Dueñas y sus obras. Ha sido para mí un referente importante, tanto desde la producción artística, como desde lo investigativo y conceptual. Danilo es uno de los grandes pintores y artistas contemporáneos de Colombia de las últimas décadas. Presenta en la galería caleña una instalación, acompañadas por pinturas de pequeño formato, donde el azar se une a lo sensible y emotivo. Su Arrecife se compone de elementos encontrados como piedras, cartones y camisetas, acompañados de escaleras y una tela roja, que dispone en el espacio como el si fuera un canvas tridimensional.

Arrecife de Danilo Dueñas en Galería Jenny Vilá.

Muy interesante y a la altura de la obra de Dueñas (¡reto grande!), la exposición de Mónica Restrepo, titulada Ella estuvo aquí. En esta exposición sigue su proceso de recomponer y reconstituir la “historia oficial” de las artes caleñas, lo cual ha realizado desde su trabajo de grado y en diferentes medios y soportes tanto tradicionales como pintura y dibujo, como en instalación, video performance y objetos. Presenta dos propuestas paralelas y complementarias que hablan de la mujer como parte de lo cultural y artístico. De un lado está la serie de esculturas realizadas en engobe (ella las llama de manera sugestiva “estatuas”) que tiene como título Volverá en cualquier momento. Estas “estatuas” representan el cabello de mujeres connotadas del ambiente artístico y cultural local, nacional y global, como Marta Traba, Rigoberta Menchú o Simone de Beauvoir. Importante el vacío o mejor la ausencia, indicada por el cabello. La otra obra es Maritza (estudio para un patrón) un “homenaje” a una de las fundadoras del Museo de Arte Moderno La Tertulia. Esta obra inicia con una nota de prensa de hace cuatro décadas donde se referencia el vestido de las mujeres asociadas al Festival de Arte de Cali de aquel entonces y no se menciona el de la protagonista de la obra. Así, Restrepo propone una serie de ejercicios para recomponer al menos la tela del supuesto vestido, que al final ofrece como decoración de las exposiciones a la actual directora del museo. Estas obras, como muchas de sus anteriores producciones, están cargadas de un fino humor, envolviendo al espectador en juegos que lo invitan a participar y a reflexionar de manera crítica sobre la situación de las instituciones y del medio del arte local.

Mónica Restrepo. Volverá en cualquier momento. 2014.

No puedo hablar aún de la exposición de Wilson Díaz en las salas de Proartes, porque hasta este instante no la he podido visitar. Sin embargo se han tenido buenas noticias de la misma. Tampoco he visitado la exposición Visual Attack en la sala de exposiciones del Centro Cultural Comfandi o la nueva exposición de la Sala Espacio Emergente, que curiosamente muestran trabajos de jóvenes artistas vinculados al dibujo y la ilustración.

Interesante la exposición de Jim Fankuggen y Guillermo Marín en Lugar a Dudas. Los artistas presentan retratos en video de artistas afrocolombianos de la costa Pacífica, evidenciando la presencia de estos autores, que muchas veces han sido y son dejados de lado u olvidados. Los videos están acompañados por dos hamacas que permiten apreciar cómodamente los sutiles gestos de los retratados. Es una muestra prolija e interesante, que bien vale la pena verse.

Finaliza esta pequeña avalancha con la exposición El mejor equipo del mundo ¡Hijueputa! del artista caleño Leonardo Herrera. La exposición presenta una serie de producciones visuales relacionadas con el único equipo del mundo, que se sepa hasta el momento, tiene apellido (aunque no de noble extirpe… todo lo contrario): El América Hijueputa (nombre y apellido). Herrera recoge y recompone una serie de documentos, indicios, huellas, vestigios y reliquias relacionados con el tradicional equipo de fútbol de Cali y los instala en una de las salas alternas del Museo La Tertulia. La verdad, asistí a la inauguración de la exposición, que estuvo muy concurrida por un público heterogéneo y vario pinto, desde jóvenes universitarios a hinchas de las barras bravas del equipo, y uno que otro artista hincha del equipo contrario, que me hizo temer por algún desmán o tumulto. Así que no pude ver todo con detenimiento, ya que el espacio se quedó pequeño para el evento. Esta situación me permite señalar dos situaciones que tienen que ver con el museo. La primera es el ambiente festivo y positivo que se vive desde que está la actual directora y que ha redundado en un retorno de los artistas y el público a las salas de esta institución. El cambio positivo se siente y espero que siga así, porque hace falta (no, no estoy aspirando a ningún cargo ni a ningún proyecto… no se preocupen).

Lo segundo tiene que ver con los espacios del museo y que comencé a evidenciarlo en la exposición de Elías Heim, que actualmente se encuentra en la Sala Principal y que creo se reitera en la de Herrera. La anterior administración del museo se preocupó, sobre todas las cosas, en realizar modificaciones y adecuaciones a los espacios y, aparentemente, en cambiar la orientación del museo, que incluye quitarle la denominación “arte moderno”. Así, creo yo, se pretende dar espacio al “arte contemporáneo” en el museo. Si bien la intención puede ser loable, el problema que quiero anotar puede resumirse en la expresión “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. O sea, un museo o mejor, unas salas, construidas en los años de 1970, con la finalidad de exhibir obras de “arte moderno”, dedicado especialmente a la gráfica y a la pintura, ¿podrá contener obras de “arte contemporáneo” que por lo general tiene otras características y otras dimensiones? Desde mi punto de vista, y creo se evidencia en las actuales exposiciones, no. Más allá de las calidades de las obras y los artistas, lo que siento es una incomodidad, una pequeñez del espacio. Creo que las obras de Heim y de Herrera merecen espacios más adecuados o más amplios, para que se vean mucho mejor. Y aquí viene una duda y crítica, casi que disfrazada de propuesta. ¿Por qué no pusieron mejor la colección en las salas que originalmente exhibieron las obras, como la principal y la subterránea y no dejan el edificio “nuevo” para el “arte contemporáneo”, que tiene espacios más amplios y está mejor adecuado para este tipo de arte? Ahí les dejo la inquietud…