Por: Carlos Fernando Quintero V.
Este segundo semestre del año ha comenzado
con una serie de exposiciones en la ciudad de Cali. El fenómeno ha sido tal,
que me ha sido imposible asistir a todas y mucho menos reseñarlas, al menos,
como se debería. Ya pasaron, por ejemplo, la interesante exposición de Yeison
Riascos en el Centro Cultural de Cali, enmarcada en la programación del
Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, o la exposición de fotografía
de los estudiantes del Instituto Popular de Cultura de Cali, orientada y
organizada por la maestra Martha Posso, en el Centro Cultural Comfandi. No
fueron las únicas exposiciones del mes de julio, pero sí las que me hubiera
gustado dedicarle más espacio y tiempo en esta Kverna.
Yeison Riascos y su obra en el Centro Cultural de Cali. 2014.
Un fenómeno similar a una avalancha
expositiva se ha presentado en la ciudad, finalizando agosto e iniciando
septiembre, lo que parece indicar una reactivación muy positiva del sector de
las artes visuales de la ciudad y parece anunciar los numerosos eventos por
venir, en la ciudad y el país (por ejemplo, vienen las Ferias de arte de
Bogotá, que al parecer van a ser cuatro, ArtBo, Odeón, la Feria del millón y otra
que en el momento no recuerdo). Igual, importantes exposiciones en la ciudad de
Cali, que ya estaremos reseñando en su debido momento (no cuento para que después
no digan que uno es chismoso).
Entre las últimas exposiciones inauguradas se
destacan la de Danilo Dueñas y Mónica Restrepo en galería Jenny Vilá. Debo
confesar mi especial admiración y aprecio por Dueñas y sus obras. Ha sido para
mí un referente importante, tanto desde la producción artística, como desde lo
investigativo y conceptual. Danilo es uno de los grandes pintores y artistas
contemporáneos de Colombia de las últimas décadas. Presenta en la galería
caleña una instalación, acompañadas por pinturas de pequeño formato, donde el
azar se une a lo sensible y emotivo. Su Arrecife
se compone de elementos encontrados como piedras, cartones y camisetas,
acompañados de escaleras y una tela roja, que dispone en el espacio como el si
fuera un canvas tridimensional.
Arrecife de Danilo Dueñas en Galería Jenny Vilá.
Muy interesante y a la altura de la obra de
Dueñas (¡reto grande!), la exposición de Mónica Restrepo, titulada Ella estuvo aquí. En esta exposición sigue
su proceso de recomponer y reconstituir la “historia oficial” de las artes
caleñas, lo cual ha realizado desde su trabajo de grado y en diferentes medios
y soportes tanto tradicionales como pintura y dibujo, como en instalación,
video performance y objetos. Presenta dos propuestas paralelas y
complementarias que hablan de la mujer como parte de lo cultural y artístico. De
un lado está la serie de esculturas realizadas en engobe (ella las llama de
manera sugestiva “estatuas”) que tiene como título Volverá en cualquier momento. Estas “estatuas” representan el
cabello de mujeres connotadas del ambiente artístico y cultural local, nacional
y global, como Marta Traba, Rigoberta Menchú o Simone de Beauvoir. Importante
el vacío o mejor la ausencia, indicada por el cabello. La otra obra es Maritza (estudio para un patrón) un “homenaje”
a una de las fundadoras del Museo de Arte Moderno La Tertulia. Esta obra inicia
con una nota de prensa de hace cuatro décadas donde se referencia el vestido de
las mujeres asociadas al Festival de Arte de Cali de aquel entonces y no se
menciona el de la protagonista de la obra. Así, Restrepo propone una serie de
ejercicios para recomponer al menos la tela del supuesto vestido, que al final
ofrece como decoración de las exposiciones a la actual directora del museo.
Estas obras, como muchas de sus anteriores producciones, están cargadas de un
fino humor, envolviendo al espectador en juegos que lo invitan a participar y a
reflexionar de manera crítica sobre la situación de las instituciones y del
medio del arte local.
Mónica Restrepo. Volverá en cualquier momento. 2014.
No puedo hablar aún de la exposición de Wilson
Díaz en las salas de Proartes, porque hasta este instante no la he podido
visitar. Sin embargo se han tenido buenas noticias de la misma. Tampoco he
visitado la exposición Visual Attack
en la sala de exposiciones del Centro Cultural Comfandi o la nueva exposición
de la Sala Espacio Emergente, que curiosamente muestran trabajos de jóvenes
artistas vinculados al dibujo y la ilustración.
Interesante la exposición de Jim Fankuggen y Guillermo Marín en Lugar a Dudas. Los artistas presentan retratos en video de artistas afrocolombianos de la costa Pacífica, evidenciando la presencia de estos autores, que muchas veces han sido y son dejados de lado u olvidados. Los videos están acompañados por dos hamacas que permiten apreciar cómodamente los sutiles gestos de los retratados. Es una muestra prolija e interesante, que bien vale la pena verse.
Interesante la exposición de Jim Fankuggen y Guillermo Marín en Lugar a Dudas. Los artistas presentan retratos en video de artistas afrocolombianos de la costa Pacífica, evidenciando la presencia de estos autores, que muchas veces han sido y son dejados de lado u olvidados. Los videos están acompañados por dos hamacas que permiten apreciar cómodamente los sutiles gestos de los retratados. Es una muestra prolija e interesante, que bien vale la pena verse.
Finaliza esta pequeña avalancha con la
exposición El mejor equipo del mundo
¡Hijueputa! del artista caleño Leonardo Herrera. La exposición presenta una
serie de producciones visuales relacionadas con el único equipo del mundo, que
se sepa hasta el momento, tiene apellido (aunque no de noble extirpe… todo lo
contrario): El América Hijueputa (nombre y apellido). Herrera recoge y
recompone una serie de documentos, indicios, huellas, vestigios y reliquias
relacionados con el tradicional equipo de fútbol de Cali y los instala en una
de las salas alternas del Museo La Tertulia. La verdad, asistí a la
inauguración de la exposición, que estuvo muy concurrida por un público heterogéneo
y vario pinto, desde jóvenes universitarios a hinchas de las barras bravas del
equipo, y uno que otro artista hincha del equipo contrario, que me hizo temer
por algún desmán o tumulto. Así que no pude ver todo con detenimiento, ya que
el espacio se quedó pequeño para el evento. Esta situación me permite señalar
dos situaciones que tienen que ver con el museo. La primera es el ambiente
festivo y positivo que se vive desde que está la actual directora y que ha
redundado en un retorno de los artistas y el público a las salas de esta
institución. El cambio positivo se siente y espero que siga así, porque hace
falta (no, no estoy aspirando a ningún cargo ni a ningún proyecto… no se
preocupen).
Lo segundo tiene que ver con los espacios del
museo y que comencé a evidenciarlo en la exposición de Elías Heim, que
actualmente se encuentra en la Sala Principal y que creo se reitera en la de
Herrera. La anterior administración del museo se preocupó, sobre todas las
cosas, en realizar modificaciones y adecuaciones a los espacios y,
aparentemente, en cambiar la orientación del museo, que incluye quitarle la
denominación “arte moderno”. Así, creo yo, se pretende dar espacio al “arte
contemporáneo” en el museo. Si bien la intención puede ser loable, el problema
que quiero anotar puede resumirse en la expresión “aunque la mona se vista de
seda, mona se queda”. O sea, un museo o mejor, unas salas, construidas en los
años de 1970, con la finalidad de exhibir obras de “arte moderno”, dedicado
especialmente a la gráfica y a la pintura, ¿podrá contener obras de “arte contemporáneo”
que por lo general tiene otras características y otras dimensiones? Desde mi
punto de vista, y creo se evidencia en las actuales exposiciones, no. Más allá
de las calidades de las obras y los artistas, lo que siento es una incomodidad,
una pequeñez del espacio. Creo que las obras de Heim y de Herrera merecen
espacios más adecuados o más amplios, para que se vean mucho mejor. Y aquí
viene una duda y crítica, casi que disfrazada de propuesta. ¿Por qué no
pusieron mejor la colección en las salas que originalmente exhibieron las
obras, como la principal y la subterránea y no dejan el edificio “nuevo” para
el “arte contemporáneo”, que tiene espacios más amplios y está mejor adecuado
para este tipo de arte? Ahí les dejo la inquietud…
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