Los medios de comunicación de Colombia no
hablan de otra cosa. La noticia la repiten una y otra vez. Repiten su corta
biografía, su entrevista cuando ganó la Pony fútbol hace diez años. Cuentan
cómo pasó fugaz y exitosamente por Banfield de Argentina, club con el que salió
campeón. También su paso por el Porto de Portugal y el Mónaco del fútbol
francés (ojo que el Mónaco no es de Francia sino del principado). Repiten hasta
la saciedad los goles que hizo en el mundial. En fin, vivimos una Jamesmanía
que ya cansa. Si todavía no sabe de quién hablo, pues ni más ni menos que de
James Rodríguez, jugador colombiano que jugará con el Real Madrid de España las
próximas seis temporadas.
Todo esto manda a una cuarta fila a la sequía
en medio país, con miles de reses y animales muertos de sed y hambre,
poblaciones enteras, incluida Yopal capital del departamento del Casanare, sin
agua desde hace días, meses o años. Tampoco se habla de los atentados de las
guerrillas, de los muertos de las Bacrim (eufemismo que de manera genérica
refiere a las Bandas Criminales en Colombia), ni de la delincuencia común en
las ciudades(por ejemplo, no se supo más del robo a la casa del ex secretario
de gobierno de Cali, hace unos días). Y mucho menos se habla de los triunfos de
Caterine Ibargüen que está barriendo en el salto triple a nivel mundial, ni de
los triunfos de los ciclistas colombianos en Europa o América. La Jamesmanía se
roba el show, las primeras páginas y hasta los clasificados de los medios.
Como colombiano amante del fútbol me alegra
mucho la situación por la que atraviesa nuestro compatriota James Rodríguez.
Con su ejemplo se demuestra que el trabajo, la sencillez, la honestidad, la
antítesis de la cultura narco del dinero fácil y la corrupción, dan sus frutos.
Frutos que a diferencia de los otros, son seguros y que permanecen más tiempo.
El jugador ha sido traspasado del Mónaco al Real Madrid, por la no despreciable
sume de 80 millones de euros por sus derechos deportivos, y ganará 7 millones
de euros al año. ¡Bien por él! ¡Se lo merece! ¡Un modelo a seguir!
Sin embargo, como integrante del medio de las
artes (y con la envidia, la inquina y la ojeriza que me caracterizan) me llama
la atención como contrastan las cifras astronómicas del fútbol español con los
presupuestos de las artes. Claro, se podrá decir que esta comparación no sólo
es odiosa sino absurda, traída de los cabellos, inaudita. ¡Así soy yo![1]
Estoy casi seguro que lo que pagó el Real Madrid al Mónaco supera con creces el
presupuesto nacional para las artes. Son 80 millones de euros, que equivalen a
$200.000’000.000.oo (doscientos mil millones de pesos) “mal contaos”. Los 7
millones del salario básico del jugador al año equivaldrían más o menos a
$17’500.000.oo, lo que supera los presupuestos de las dos escuelas
tradicionales de arte en Cali. Y, dividiendo en 365 días, un día del joven
Rodríguez es casi el salario mínimo de muchos trabajadores del país. Y esto es
el negocio por los derechos deportivos y el salario de un solo jugador.
¡Inimaginable lo que vale todo el equipo! ¡Inimaginables los dineros que mueve
el fútbol! ¡Inimaginable el dinero que tiene quien paga todo esto, con una
España y Europa en crisis económica desde hace casi un lustro!
Y si de contrastes se trata pues qué mejor
que las ofertas de empleo para el sector de las artes que actualmente circulan
en Cali. De un lado, el cargo de Coordinador de Investigación y Curaduría del
Museo La Tertulia con un salario de $3’000.000.oo, o sea cerca de US$1.500,
para asumir la responsabilidad de las exposiciones, las líneas de investigación
y el cuidado moral, social y simbólico de la colección. Pero mejor aún, los
US$500 o hasta US$1.500 por todo un semestre como profesor hora cátedra de la
Facultad de Artes visuales y aplicadas del Instituto Departamental de Bellas
Artes, o sea, entre US$80 y US$120 de sueldo al mes, sin contar los descuentos
de ley (Retención en la fuente, Salud y Pensión), que seguro van a superar los
ingresos estimados. Mejor dicho, quien asuma estos cargos, seguro necesitará
otro empleo para pagar lo que quede debiendo de los derechos laborales
asumidos. ¿Quién se les medirá?
Debo aclarar que esto no es culpa del
jugador. James Rodríguez se ha ganado a pulso, con dedicación, trabajo,
convicción, personalidad, sin quejas, ni llantos lastimeros, todo lo que está
cosechando por estos días. Merece el dinero que se gana y le van a pagar. Todo
esto es, más bien, reflejo de un sistema económico, financiero, social,
político y cultural que ha convertido al fútbol en una máquina de poder y
dinero monstruosa. También, de lo carente, provincial y paupérrimo que es el
medio del arte en Cali.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario