Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
En los últimos tres años, sin falla y sin
falta, cuando salen los resultados de la convocatoria BLOC (Becas Locales de
Creación de Cali) y cuando se realizan las respectivas exposiciones, llegan a
mis correos, se comenta por Facebook e, incluso, llegan a casa los dolientes y
quejosos. La situación es normal y no es para alarmarse. Siempre ha sucedido y
sucederá. Es parte de nuestra natural condición animal y humana. Lo mismo
sucedía cuando se realizaban los salones de arte con premios. Nunca había un
consenso sobre los premiados. Incluso, para el pasado Salón (Inter)Nacional de
Artistas, muchas fueron las quejas y las demandas, encabezadas por prestigiosos
actores del medio artístico nacional, antes beneficiarios del evento. Por eso,
casi me atrevería a decir que el volumen de críticas y cuestionamientos, antes
que alarmar, debería convertirse en un indicio positivo, que determinaría que los
proyectos o los programas tienen impacto y relevancia. Si no fuera así, nadie
diría nada.
La diferencia este año ha sido que las
manifestaciones de descontento y rechazo se han hecho públicas y evidentes, lo
que parece indicar que algo está pasando, al menos en cuanto a la actitud de
los actores del medio de las artes en Cali. Creo que se está llegando a una
situación hartazgo, que superaría con creces la situación de descontento e
inconformidad general, por las faltas y carencias del medio local. Desde hace
unos años se presentan cada vez más iniciativas privadas, pequeños espacios y
eventos se han dado en la ciudad, sobre todo gestados por jóvenes artistas.
Esto pone en evidencia que muchos son los actores actuales y cada vez parecen
menos los espacios y recursos destinados a las artes. Igualmente parece indicar
que hay serios vacíos en cuanto a las calidades y cualidades de los actores
culturales, sobre todo en cuanto a los encargados de las entidades
gubernamentales (o sea, Secretarías de Cultura). Y mucho falta desde la
academia, que se ha limitado a replicar un modelo de formación artística (que
ya huele a caduco), sin pensar ni proponer en la formación de cuadros
directivos para las artes, que potencien y dinamicen el medio artístico local.
Lo fácil es echarle la culpa al BLOC y a sus
organizadores. Sí, creo que hay cosas por revisar y ajustar, como sucede con
cualquier proyecto o programa (nada y nadie es perfecto). Sin embargo, el
programa y sus eventos responden a las expectativas e intereses de un sector de
las artes plásticas y visuales de la ciudad. Y el problema parece ser este, que
es el único programa con estas características, en un medio cada vez más
deprimido e ignorado. Es muy difícil que un solo programa abarque en su
diversidad, multiplicidad y complejidad, todos los fenómenos artísticos
locales. Lo anterior, seguramente, sucede en cualquier medio artístico dinámico
y activo. Faltaría entonces mayor apoyo a las artes locales, involucrando los
diferentes sectores y las diferentes prácticas. En definitiva, al final de
todo, no estamos hablando de arte sino de derechos ciudadanos.
Obras de Juan Melo y Precarius tecnologicus. Casa Proartes. BLOC, 2013.
Y si vamos a hablar de arte, ya entrados en
el siglo XXI, debemos ir más allá del mainstream
o la corriente principal y comenzar a valorar y apoyar a sectores que, bien sea
por desconocimiento, negligencia o algún(os) terrible(s) acto(s) de discriminación
(racial, social, sexual, de género, económica o política, o todas las
anteriores y más). Lo que también se parece cuestionar, en el fondo de las
discusiones, tendría que ver con cambios de modelos de las artes, de cómo,
quién, por qué se producen las obras y cómo, dónde, cuándo, a quién y por qué
se difunden estas obras. Porque todo parece indicar que ya no estamos en un
modelo centrado y único, sino más bien en un modelo abierto y diverso. Sería
como pasar de un medio que piensa en el juicio estético, como eje principal de
sus valoraciones, a un medio que hable de prácticas y fenómenos culturales y
artísticos, donde el juicio sea una parte y no el centro de la reflexión.
En síntesis, las quejas sobre el BLOC parecen
más sobre la situación local de las artes, que sobre el mismo programa y sus
eventos. Por eso, más allá de cuestionar o criticar al BLOC y las actuales
exposiciones, se debería revisar el modelo y el sistema de las artes en Cali y
ver si responde o no (estoy casi seguro de lo segundo) a las condiciones y expectativas
del sector en general. Una de las vías, es haciendo una revisión crítica del
pasado de las artes locales (y por extensión nacionales y, por qué no, globales)
en cuanto a la cantidad y calidad de espacios y tiempos para las artes
plásticas y las posibles o potenciales relaciones con el público. Esta revisión
se propondrá, al menos de manera parcial, en los artículos siguientes en Desde la Kverna.
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