Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
Insiste El Malpensante, una triste revista
colombiana, que empezó bien y está terminando muy mal, en reproducir los
artículos de Avelina Lésper, una señora que parece se las da de historiadora y
crítica de arte, salida de lo más profundo del inframundo de la ignorancia, a reptar
por lo laberintos del pensamiento artístico cual Golum. La verdad, cuando he
visto sus artículos, no he pasado más allá del segundo párrafo. Son tantas sus
deficiencias, sus desconocimientos, sus dudosos prejuicios, sus errores, sus
lugares comunes, sus clichés, en tan pocos renglones que no sé qué mente puede
pensar en publicarlo y mucho menos en leerlo. Lo lamentable es que lo publican
y lo replican como verdad revelada, generando un ambiente de reconocimiento que
considero terriblemente peligroso y “confundidor” sobre todo para los jóvenes
de las artes. Aprovechando que el último artículo publicado por la moribunda
Malpensante (dicen que está que se acaba) no es tan extenso y que la señora
Lésper condensa sus más comunes y ridículas apreciaciones, me propongo realizar
un acto de autosacrificio y leer completo, con comentarios para ustedes el horroroso
texto. No sé si llegue hasta el final, pero al menos haré un esfuerzo, “pensando
en los niños”, como la señora de los Simpsons… El artículo se puede leer
(aunque no lo recomiendo) en http://elmalpensante.com/articulo/2944/robar_plagiar_mutilar.
¡Aquí vamos! Deseenme suerte… (hasta me persigné).
Primer párrafo… a ver si paso de este…
1.
“Duchamp declaró que el artista debería ser un pensador más que
un hacedor y que, por lo tanto, había que deshumanizar la obra.” La idea que el
artista sea más un pensador que un hacedor no es de Duchamp. Esta es una idea
que está en la génesis de las artes, al menos, desde Platón y Aristóteles. No entiendo la asociación que hace la Lésper entre pensar y deshumanizar. Mejor, ¿cómo el pensamiento deshumaniza? ¿Acaso no somos humanos porque pensamos? O ¿será que su concepción de lo humano tiene que ver con lo bípedo y la emisión de sonidos por la boca?
2.
“Este momento coincidió con la revolución tecnológica: la
industria buscaba diferentes medios para fabricar artículos en serie y Duchamp
se dejó deslumbrar por el progreso, dando la espalda a la devastación que
sufría Europa durante la Primera Guerra Mundial”. ¿Duchamp se dejó deslumbrar
por el progreso? Es posible, pero no fue el único. La idea de progreso
tecnológico e industrial sedujo a todo el mundo, porque en cierta medida funcionó
muy bien. La crítica vino después. Pero, de otro lado, lo que hace Duchamp es
burlarse del arte, que es producto del mismo sistema ¿Dando la espalda a la
devastación que sufría Europa? ¿Acaso la señora Lésper no sabe que este nuevo
arte es en repudio de la sociedad en general, que permitió la guerra y la
devastación? ¿No conoce a Dada y sus manifiesto? Los artistas como Duchamp
fueron mucho más allá. Atacaron el problema en los cimientos, como lo sería el
paradigma lógico de occidente, cuestionado muy posiblemente desde “El sueño de
la razón…” de Goya (quién sabe si antes). La
Fuente de Duchamp pone en cuestión tanto al sistema del arte y al sistema
social, incluido el pensamiento lógico y racional. Así las cosas, ni hay “deslumbramiento”,
ni hay “espalda a la devastación”. De pronto, lo que hubiera querido Avelina es
un pintor que de manera panfletaria y anecdótica hiciera una “representación
mimética” de algún soldado empuñando un fusil, cuadro que bien se vendería en
alguna galería de arte de la época a muy buen precio. Lo anterior sería caer en los ardides del sistema social, político y económico. Es la falsa idea del “compromiso”
que parece defender.
3.
“Es absurdo que no haya creación y sin embargo al acto de firmar
más urinarios se le llame reproducción y autentificación (para más petulancia,
con un seudónimo, R. Mutt)”. ¿Qué tal? La señora Lésper asocia olímpicamente la
“creación” a la manufactura, es decir, parece ser que sólo lo manufacturado es “creativo”.
Personalmente, tengo problemas con la idea de “creación”. Pienso que la
creación implica la divinidad, una idea que está presente en las artes desde tiempos
inmemoriales. Marsilio Ficino, el autor florentino de la Academia de los
Medici, introduce la idea de Furor divino, planteando que la creación viene del
dios católico y el artista, como un médium, es poseído y utilizado para crear.
El mismo
Duchamp, en su conferencia El acto
creativo, ataca la idea del artista como médium. En síntesis, si el artista
es un médium no tiene voluntad de crear, así que no tiene ninguna consciencia
sobre su trabajo. La idea es muy bonita y cala. Pero anula cualquier
posibilidad crítica de las artes, entre ellas, las posiciones sociales,
políticas, ideológicas, filosóficas y demás… Mejor dicho, si esto fuera así,
¿qué sentido tiene estudiar artes? ¿Para qué la Estética? ¿Para qué Avelina?
¿Para qué yo? ¿Y tu? Mejor nos dedicamos a rezarle al dios creador y nos
sentamos a esperar a que nos toque con su rayo creador y ya.
Por lo
anterior prefiero la idea de “producción” sobre “creación”, porque la “producción”
es humana, en el sentido en que los humanos producimos a partir de los
materiales, las técnicas, el trabajo, el sentir, lo pensado, y quién sabe qué
más.
4.
“El sueño de Duchamp se realizó y
el arte no solo se deshumanizó, sino que además perdió su esencia, su búsqueda
inicial: la factura del artista, que es la demostración de sus ideas a través
de sus habilidades y talento”. ¿la factura del artista, que es la demostración
de sus ideas a través de sus habilidades y talento? O sea, ¿lo que no sea
manufacturado no demuestra nada? Hablar de lo humano en términos de la “factura”
(prefiero “manufactura”) ¿no remite al homo habilis? O mejor aún, ¿el homo
sapiens no hace arte porque piensa? La idea del arte como Bellas Artes es muy
reciente. Si mal no estoy la plantea y posiciona socialmente Charles Batteux en
el siglo XVII. Antes, las “artes liberales”, que se diferenciaban de lo
manufacturado, eran la aritmética, la geometría, la astronomía, la música, la
gramática, la dialéctica y la retórica. En la Edad Media se reúnen en el
Quadrivium (las cuatro primeras) y el Trivium (las tres últimas). Esto lo sabe
hasta Wikipedia, pero aparentemente no lo conoce la historiadora y crítica. En
fin, lo que se consideró arte hasta el siglo XVII, al menos, fueron prácticas
de pensamiento. O sea, siguiendo la entendedera de doña Avelina, ¿no hubo
arte antes de Batteux?
5.
“Sin el proceso básico de pensar
y hacer, el arte se reduce solo a pensar. El objeto puede ser lo que el artista
elija entre millones de posibilidades. Pensar y trabajar dirigen el quehacer
artístico hacia búsquedas estéticas; solo pensar lo arroja a búsquedas
especulativas. Somos una fábrica de pensamientos, útiles o inútiles,
productivos u ociosos; esas ideas, por estériles y torpes que sean, pueden “dar
otro significado al objeto”, “descubrir su poética” y convertirlo en arte. El
pensamiento arbitrario rige donde no hay factura. Con esta nulificación del
trabajo artístico, el objeto en serie en su condición casi infinita hace que el
arte se vuelva monótono, lo uniforma y lo lleva a un callejón sin salida”.
¡Qué serie de barbaridades! Desglosemos esto… ¿“Pensar y trabajar dirigen el
quehacer artístico hacia búsquedas estéticas; solo pensar lo arroja a búsquedas
especulativas”? O sea, la ciencia, la filosofía, lo tecnológico como
pensamiento y hasta la religión, cuando no implican manufactura, ¿son sólo mera
especulación? Y, ¿si el artista no hace, no piensa? O ¿sólo haciendo su trabajo
vale? Ahora bien, ¿qué definición de estética trabaja la señora? En la Crítica de la Razón pura, Kant tiene una
definición muy interesante, planteándola como el área de la filosofía hermana
de la Lógica y que estudia el pensamiento no lógico ni racional. En este
sentido, la “búsqueda estética” es la búsqueda que implica una manera diferente
de pensar. Un arte asociado a esta “estética” implica pensamiento y no
necesariamente hacer. Por eso, cuando plantea “esas ideas, por estériles y
torpes que sean, pueden “dar otro significado al objeto”, “descubrir su
poética” y convertirlo en arte. El pensamiento arbitrario rige donde no hay
factura”, dice algo muy cierto, pero en sentido contrario. Sí, porque desde el
carácter poético o metafórico (Paz y Ricoeur, por ejemplo) el arte tiene que
ver con “dar otro significado al objeto” y “descubrir su poética”… Y no es sólo
con la (manu)factura que se da lo “no arbitrario”…
6.
“Suponer que las ideas “cambian”
la obra, que la “resignifican”, niega toda lógica y supedita la experiencia
estética a una ideología, eliminando su cualidad de experimento personal de
apreciación. Concederle valores o significados extraordinarios a algo ordinario,
simplemente porque el artista lo decidió, ridiculiza la creación y otorga una
dimensión desmesurada a la sociedad de consumo”. Y ¿acaso esto no pasa con los
bodegones de Chardin o de Cézanne? Claro que las ideas cambian las obras y las resignifican. Esa es la idea principal del arte. Y lo que hicieron y han hecho
los artistas es darle un valor agregado a los objetos de la cotidianidad, en todas
las épocas y todas las técnicas. No se trata de un “buen hacer”, si no de “un
buen pensar”…
Desisto de la lectura. Es
agotador y doloroso. Como siempre, la falta de rigor, criterio, formación y
análisis crítico de la señora vence mi paciencia (que es muy poca). Además,
creo que he ilustrado con suficiencia los precarios prejuicios en que basan sus
juicios. Todo parece quedar reducido a que el arte, según la Lésper, se basa en
la “factura” y que sin “factura” no hay arte (con su insistencia en la "factura" pareciera que trabajara para la DIAN o la SAT). Desconoce el devenir histórico básico
(léase Wikipedia) del concepto de arte y cómo se ha transformado su concepción
en los últimos siglos y además es incapaz (creo que por ignorancia) de entender
el “carácter poético” de lo artístico del último siglo. Yo creo que mejor se
calla… Por lo menos, hasta que aprenda un poquito más. ¡Y dejen de andar
leyendo y promocionando esa basura!
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