Por: Carlos Fernando Quintero
Desde el pasado viernes 14 de marzo y hasta
mediados del mes de abril, se realiza en la Sala de Exposiciones de Lugar a
dudas (Cali, Colombia) la exposición Pablo
Van Wong: Homenaje. En primera instancia, debo agradecer a Lugar a dudas, a Oscar Muñoz, Sally
Mizrahi e Iván Tovar y todas las personas vinculadas con esta organización por
el apoyo, la dedicación y el compromiso, la amabilidad y el cariño con que han
asumido este proyecto. Desde mayo de 2013 recibí la llamada de Oscar para
invitarme a realizar esta exposición de homenaje y desde ese momento he sentido
ese apoyo incondicional para con este evento y con la memoria de Pablo. Igualmente,
quiero agradecer a la familia de Pablo Van Wong, a Fanny, Mónica, Marina,
Jaime, Dolly, Margarita y demás familiares, quienes han facilitado las obras,
además del apoyo moral con sus palabras de aliento y su completa disposición
para acompañarnos, aún desde la distancia. Igualmente, al maestro José Horacio Martínez, amigo y colega, quién compartió con Pablo en muchos eventos expositivos y en varios proyectos profesionales y pedagógicos.
Oculta su resplandor y permanece lúcido sin embargo. Metal. 1994.
Oculta su resplandor y permanece lúcido sin embargo. Metal. 1994. (Detalle)
Con Pablo Van Wong: Homenaje la invitación es
a celebrar la vida de este artista, docente y amigo que nos dejó hace un año.
Con la exposición evidenciamos su paso por este mundo reflejado en sus obras
como artista y en sus enseñanzas como profesor, familiar y amigo.
Oculta su resplandor y permanece lúcido sin embargo. Metal. 1994.(Detalle)
Van Wong produjo una serie de obras en
diferentes momentos de su proceso vital y que evidencian los diferentes procesos
que han marcado el medio artístico local y global. Como estudiante del
Instituto Departamental de Bellas Artes, vivió directamente un cambio
importante en los procesos formativos de la institución, con la llegada de
Doris Salcedo quien fue además profesora de escultura, hacia el año de 1987. Con
el acompañamiento de la artista, al final de su proceso formativo, Pablo dejó
salir su natural talento, concentrándolo en la exploración de los materiales
que serían característicos de sus primeros años de vida profesional artística. Los
metales oxidados, los alambres, las púas, los elementos orgánicos, fueron
transformados de manera sin igual por el artista, logrando piezas de indiscutible
y sorprendente calidad técnica.
El aporte de Pablo en el campo de las
técnicas artísticas apunta a realizar actos que aún hoy sorprenden, ya que él,
a diferencia de los demás escultores conocidos, realizó preciosos ensamblajes
tejiendo el metal con alambres de diferentes calidades, ensamblando y uniendo
elementos diversos. Las obras de ese período, entre 1988 y 1994, han sido
hechas con una actitud que sorprende por su delicadeza y cuidado. Es como si
los materiales, rígidos, punzantes, difíciles, se sometieran dóciles a su
voluntad y decisión creadora, y permitieran la expresión libre y honesta del
artista. Porque, como lo plantea Duchamp en El
acto creativo, en las artes se da un proceso de transmutación y
transubstanciación de los materiales. En otras palabras, los materiales son
cambiados por los artistas, de manera física, transformándolos en formas
relativamente controladas y, además, en sustancias o esencias otras, diferentes
a su naturaleza. En el caso de las obras de este primer momento, además de los
atributos técnicos antes mencionados, sus trabajos en metal generan
percepciones contrarias y siempre refieren a elementos otros, por ejemplo, a lo
orgánico, lo natural, lo vital, lo leve, lo suave, que se contraponen a la
violencia y a la muerte, como en una especie de búsqueda del equilibrio, como
en el ying y yang.
Obreción con decoración. (Detalle)
A partir de mediados de la década de 1990,
Van Wong introduce un elemento nuevo en su producción artística: la luz. En
primer lugar, la luz señala y transforma elementos de sus obras, como los
cascos de soldados (realizados por él, en hierro fundido) en Tortugas mágicas en ronda ritual a su ración
general. Con la luz, que con papeles translúcidos el artista alteró
cromáticamente, para generar una sensación extraña y casi mística, los pesados
cascos parecen levitar soportados sobre pequeñas ánimas. Para Llegará la noche y en caballos blancos
alados… (uno de sus componentes se encuentra en la exposición actual) la
luz se convierte en un elemento desvelador de lo oculto, de lo indecible,
implicando una necesaria interacción. Así, el espectador debe descubrir aquello
que está allí pero que no se ve, en un ejercicio que de manera metafórica,
refiere a la posición de los individuos en una sociedad marcada por la
violencia y el miedo.
Obrepción
con decoración
es la serie de los últimos años del artista. Compuesta inicialmente por media
docena de bordados enmarcados en metal oxidado y vidrio, acompañados por
módulos en donde se ordenan tubos de hilo con insignias y presentada por
primera vez en la 6ª Bienal de Arte de la Habana. Para el 41 Salón Nacional de Artistas,
Obrepción con decoración se
transforma en una instalación. El artista prescinde de la imagen de los
difuntos, que siempre fueron el motivo principal y central de las obras
iniciales. De esta manera, la cenefa de tres módulos (la “con decoración”)
enmarca el vacío de todas las víctimas, convirtiéndose en un monumento o un
altar para los anónimos. Al fin y al cabo, las víctimas somos todos.
A lo largo de su vida, de su obra y de su
labor como profesor, Pablo Van Wong nos convirtió lo innoble en nobleza y el
horror en belleza y fantasía, sin traicionar lo original y primigenio, sin
generar falsos efectos o comentarios anecdóticos y superficiales. Sus obras
atestiguan su eterna vitalidad creadora, sus comentarios cargados de humor
negro, certeros y, sobre todo, sabios. Desde el silencio elocuente…
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