Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
Cuentan que se inauguró este viernes 24 de
enero el Cuarto guión museográfico del Museo La Tertulia de Cali, con el
artista invitado de rigor. No les voy a decir el nombre aún de quién ocupa
ahora la sala de invitados del museo y me voy a tomar un tiempo prudente para
esto, por una sencilla razón, por un pequeño acto de memoria. ¿Recuerda usted
los anteriores? ¿Recuerda las obras? Si los recuerda, ¿qué recuerda? ¿Entendió
y se gozó las obras? ¿Encontró la relación del invitado del turno con las obras
expuestas en el guión de su momento?
La verdad, al primero lo recuerdo porque lo
vi. Al segundo no lo vi, pero como es amigo, recuerdo quién fue. Al tercero no
lo recordaba y tengo una vaga imagen mental de su obra. Y de la actual sólo sé
su nombre porque apareció en las noticias. ¿Ya los recordó? ¿Se acordó de las
obras?
Bueno, la opción es meterse al buscador de
internet (en mi caso google) y revisar los guiones anteriores. Seguro se va a
tomar algunos minutos, de pronto una hora. Claro, si le interesa, si tiene
tiempo. Yo lo hice rápidamente y encontré el nombre que me faltaba, el tercero,
revisé su trayectoria y algunas imágenes de sus trabajos anteriores. Muy
interesante el personaje. Con estudios en el extranjero, con participaciones en
eventos internacionales, con buenos contactos en el mundo del arte global y con
trabajo de docente en prestigiosas instituciones de Bogotá, actualmente. Su
nombre: Nelson Vergara. (Pueden ver su información en http://elniuton.com/colombia/pages/vergara/vergara.html).
En esta cuarta entrega, la artista invitada
es Leyla Cárdenas (http://www.lehila.net/), artista también del ámbito
capitalino, con estudios en el exterior. El primero, si la memoria no me falla,
fue Miler Lagos, otro de los del circuito de Bogotá. La excepción a la regla, o
sea, artista que no está radicado o ha estudiado en Bogotá es Fabio Melecio
Palacios, ganador de Luis Caballero y que fue invitado al segundo guión. (Esta
fue la segunda exposición realizada por el artista en Cali, luego de su
participación en El trabajo en
Fundación Frontera sur).
Más allá de las calidades y bondades de los
artistas invitados y sus obras, lo que llama la atención es que la mayoría son
de Bogotá y, al parecer, no tienen vínculos con Cali. Al menos, yo no los
conozco (ni a los artistas ni sus vínculos con la ciudad). Lo otro, hablando de
los artistas “traídos” de la capital, es que sus participaciones, por las
mismas condiciones de montaje del museo, no parecen ser relevantes, ni en
relación con los guiones propuestos. Las obras que he visto difícilmente dialogan
con las obras de la colección o con el espacio. Parecen más bien un injerto, un
apéndice adosado, a un cuerpo armado a pedazos. Si bien las comparaciones dicen
que son odiosas, también son necesarias para tener parámetros. Por ejemplo,
dentro del programa de participación de artistas contemporáneos en el Museo del
Louvre en Paris, Maurizio Cattelan ubicó un niño con un tambor (uno de sus
humanoides mecánicos) en la parte externa del museo, si mal no estoy, muy cerca
de El niño zambo de José de Ribera. Con
esta pieza, el artista plantea una relación con una de las obras emblemáticas
de la colección del museo, haciendo un señalamiento que marca las diferencias
de tiempo y espacio (el niño de Cattelan estuvo a sol y sombra en la cornisa del
museo por cerca de cuatro meses, lo que seguramente generó una reflexión sobre
la infancia y sus peligros hoy y antes). El otro ejemplo es el artista
norteamericano Fred Wilson quien interviene los museos y sus colecciones, como
en Metal work 1793-1880, donde introduce en la urna de platería (la usual
muestra del museo) las piezas de metal referentes a la esclavitud, en ese mismo
período de tiempo y que nunca habían sido exhibidas como parte de las
colecciones.
Maurizio Cattelan 2005.
(Tomado de http://www.art-ba-ba.com/main/main.art?threadId=5444&forumId=8)
José de Ribera. El niño zambo. 1642.
(Tomado de http://cartelen.louvre.fr/cartelen/visite?srv=car_not_frame&idNotice=614&langue=fr)
Entonces, me salta la duda. A los artistas ¿por
qué los han invitado? ¿Qué diálogos o qué aportes han realizado con su
presencia en las salas de La Tertulia? ¿Acaso se les ha propuesto ir más allá
de llenar un “hueco” con sus obras? Insisto, y más allá de las calidades de las
obras y los artistas, y más bien discutiendo sobre cómo y por qué los invitan,
sus participaciones se asemejan más a un relleno snobista que a una verdadera
acción curatorial.
Fred Wilson. Metal work 1793-1880.
(Tomado de http://beautifultrouble.org/case/mining-the-museum/)
Y con la presencia de los “traídos” de la
capital, también parece acentuarse un prejuicio que ha marcado al Museo La
Tertulia en, al menos, los últimos tres lustros. El prejuicio parece ser que,
según las autoridades de la institución, en Cali no hay artistas que puedan o,
mejor aún, merezcan habitar con sus obras y sus presencias, las salas de este
templo tropical. Y mientras esto pasa, los artistas de Cali recorren el país y
el mundo con sus obras, recibiendo los merecidos reconocimientos del medio
artístico global, en ferias, bienales y museos. Baste recordar no sólo a Oscar
Muñoz, quien volvió al Museo después de mucho tiempo (y por qué no a su
contemporáneo Ever Astudillo), sino también a Rosemberg Sandoval, José Horacio
Martínez o Wilson Díaz, artistas ya consolidados. Y por qué no a artistas
emergentes o jóvenes como Leonardo Herrera, Juan Medina, Liliana Vergara, Juan
Melo, Ernesto Ordoñez, Mónica Restrepo, Adrián Gaitán, Sergio Zapata, Paul
Arias, Lina Hincapié, Alex Rodríguez y muchos otros que ahora se me escapan. Estoy
seguro que muchos o todos los mencionados pueden generar propuestas interesantes
de interacción o diálogo con el museo y su colección. Entonces, ¿por qué no los
invitan? No, al parecer y según el Museo La Tertulia, en Cali no hay artistas.
¡Hasta cuándo!
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