Por: Carlos Quintero
La ciudad de Cali es muy curiosa, por decir
lo menos. Curiosa, porque aquí se genera como práctica cultural, la
criticonería, es decir, el comentario negativo sobre todo lo que se deja de
hacer o todo lo que se hace. A los caleños, nada nos parece complacer. Lo
evidencié hace muy poco, en la inauguración del Boulevard sobre Túnel
Mundialista (una de las 21 megaobras proyectadas por el alcalde Jorge Iván
Ospina). En ese día de celebración, los comentarios de los asistentes iban de “eso
seguro se inunda en el primer aguacero” a “estas latas se quedaron sin pintar y
se oxidaron” (los accesorios decorativos del boulevard son de metal oxidado), e
incluso escuché decir “ya verán cuantas personas va a matar el MIO pasando por
aquí”. En cuestiones de críticas ¡Somos insaciables!
Por eso no debería extrañar que, frente a los
proyectos, programas y propuestas del medio de las artes en Cali, hayan
innumerables cuestionamientos. Lo que sí me parecería muy extraño, de otro
mundo, tipo Dimensión desconocida, es que las críticas condujeran a acciones
por parte de los quejosos, como por ejemplo, plantear y desarrollar otros
proyectos, programas o propuestas, mejores a los criticados. Eso no sucede. Por
lo general todo se queda en un rumor, como un zumbido y no pasa de allí. Ni
siquiera hay un debate abierto sobre las cuestiones del arte. Parece que priman
el miedo y los “intereses” personales, que no sea que le cierren a uno las
puertas por andar cuestionando el establecimiento.
El último de los episodios de esta “práctica
cultural” tiene que ver con el BLOC (Becas Locales de Creación) organizado por
la Fundación Lugar a dudas. Luego de
la presentación de los resultados de su última versión, se ha venido planteando
un cuestionamiento al manejo que se le ha dado a estas becas de creación, sobre
todo en términos de cómo y a quién se le entregan las ayudas.
Lo primero que debo anotar es que este tipo
de propuestas de apoyo a los artistas no existía en Cali. Por lo general, los
artistas de la ciudad y la región están completamente de desamparados y lo
poquito o nada que producen lo hacen de su propio peculio. Además, ante la
carencia de espacios de exposición, la falta de un mercado del arte y la poca o
nula proyección nacional o internacional, las obras producidas terminan,
primero en las casas de los familiares y amigos cercanos y, luego que estas se
llenan, en los anaqueles, closets y cuartos de sirvienta, convertidos en
almacenes de obras de los mismo artistas. Es por esto que BLOC se convierte en
una oportunidad interesante y necesaria para los artistas locales, casi que en
una única esperanza. De ahí entonces el interés de muchos (casi todos) por
estas becas.
Debo confesar que desde antes de la
premiación, había comenzado a indagar sobre BLOC. Estuve buscando información
sobre las convocatorias y los premios anteriores y vi algunas cosas que me
llamaron la atención, que quiero poner a consideración. En cuanto a las
convocatorias, tengo entendido que estas se han hecho de manera pública y
abierta. He visto cómo se han entregado impresas en las salas de las entidades
organizadoras (especialmente en Proartes y la Alianza Colombo Francesa) y se ha
difundido por redes sociales y correos electrónicos. O sea, nada ha estado
oculto. En las convocatorias anteriores que revisé (creo que la del 2011) no encontré
ningún impedimento para que personas cercanas a la organización Lugar a dudas o las entidades
convocantes pudieran participar o ganar los premios, lo que ha sido una constante
y una queja frecuente. Sin embargo, en la actual convocatoria dice (punto 4
Requisitos): “Podrá participar cualquier persona
natural, mayor de edad, a título individual o colectivo, radicado en Cali. No
podrán concursar quienes estén laboralmente vinculados a alguna de las
entidades convocantes”. Hasta donde tengo entendido, ninguno de los
ganadores tenía un contrato o una vinculación laboral con alguna de las
instituciones convocantes, así que no habría algún tipo de vicio por esta
razón.
Por otro lado, las críticas apuntan a que dos
de los últimos premios se otorgaron a personas que no viven o no vivían en
Cali, al menos en el momento de la convocatoria. Y aquí si cabría pedir una
explicación y una rectificación. Desde su nombre, se supone que BLOC es una
convocatoria para los artistas de la ciudad, que residen en la ciudad. Sin
embargo, la convocatoria es ambigua. Desde el encabezado de la convocatoria
hasta el punto 4 de Requisitos, ya citado, se recalca en que los participantes
y ganadores deben estar “radicados” en la ciudad. Creo que esto no se cumplió,
al menos en uno de los casos.
Más allá de todos los intríngulis del BLOC
2013, vale la pena revisar el un marco más amplio el asunto. Por un lado, se
genera toda una andanada de críticas y comentarios por, disculpen mi grosería, cuatro
pinches becas de nueve millones de pesos (cerca de cuatro mil quinientos
dólares, muy mal contados). Si se divide en los cinco meses del proyecto, pues
el presupuesto llega a novecientos dólares, o sea millón ochocientos por mes,
no está mal, si no se tuviera que sacar allí para la producción y la
exposición. Si lo ponemos en la perspectiva del arte global, unas migajas.
No quiero demeritar el trabajo de Lugar a dudas o las becas BLOC. Gracias
a su proceso existe BLOC y si no, no habría nada, o sea, el panorama sería peor.
Lo que quiero plantear o más señalar es el poco apoyo de las instituciones gubernamentales
de la ciudad hacia los artistas, empezando por la misma alcaldía y la
secretaría de cultura (minúsculas a propósito de su minúsculo apoyo). En primer
lugar, lo que debería existir es un generoso plan de becas para los artistas,
de Cali y de fuera de Cali que expongan en la ciudad, que supere con creces las
cifras que otorga BLOC. Y se los pongo en perspectiva. Si el presupuesto para
las artes en Cali llegara a una cifra cercana a los quinientos millones de
pesos y el 40%, o sea doscientos millones se destinaran a becas, al menos se
podrían entregar becas de cuantía importante a 10 o 15 artistas de la ciudad. El
mismo BLOC podría ser beneficiado con un aumento en su presupuesto,
rectificando lo que haya qué rectificar. Lo restante podría ser un apoyo importante
al sector en cuanto a la conformación de espacios de exhibición y propuestas
pedagógicas para la formación de públicos.
Revisando de manera somera el Informe de
gestión 2012 de la secretaría de cultura, es relevante la nula aparición de las
artes plásticas en las políticas municipales (este informe lo pueden bajar de
la página de la alcandía de Cali). Al menos, lo único que se evidencia es el
aporte que se le hace al IPC donde dice que se formaron en Artes Plásticas 232
personas y que se realizaron las fichas técnicas en Brayle de las exposiciones
del Centro Cultural, habiéndose realizado 12 exposiciones con una asistencia de
1012 personas (pírrica asistencia). Mejor dicho, proyectos de promoción,
difusión y apoyo para los artistas de la ciudad brillan por su ausencia. Cabe anotar
que el prepuesto general para cultura y turismo del municipio asciende a más de
treinta mil millones de pesos, así que quinientos millones no sería más que el
1,7% del presupuesto general. Como lo he manifestado a los cercanos, la
paradójica situación es que los artistas visuales somos invisibles en Cali,
hasta en los informes de gestión gubernamentales.
Más allá de los cuestionamientos a BLOC,
válidos o no, creo que deberíamos pensar en la situación real de los artistas
plásticos y visuales frente a la ciudad. Por un lado, pasar de la quejadera a
la acción, con proyectos, programas y propuestas que aporten y permitan
dinamizar el medio. Por otro lado, se debería exigir al gobierno municipal una
mayor atención y un mayor aporte para el sector, con políticas claras y que
permitan resolver la situación actual en un mediano plazo.
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