Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
Luego de la publicación de ¡Deje así! (si mal no estoy, el primer texto crítico sobre el 15
Salón Regional Zona Pacífico) y Entonces
¿qué vamos a hacer? he sido sujeto de conjeturas y afirmaciones casi a
diario, en una especie de “matoneo” virtual sistemático, ya que se me menciona
en muchos comentarios de redes sociales y textos y que involucran los ámbitos
personales, dejando de lado, muy convenientemente, el centro de la discusión
y la reflexión, o sea la calidad de las exposiciones del salón y la
responsabilidad de los curadores y organizadores del evento. Incluso se ha
intentado revivir viejas rencillas para que terminemos distrayéndonos en otros
menesteres y olvidemos el inicio de todo esto. Lo positivo del asunto es que mi
“raiting” ha subido exponencialmente y me han convertido en una especie de
“figura pública” nacional, como una especie de adalid o caballero armado que
defiende “causas justas”. No esperaba semejante resultado y no quisiera asumir
tal responsabilidad.
Me parece paradójico y
contradictorio que los autores de la publicación del libro de Ojotravieso en el marco del 14 Salón
Regional y que propiciaron un concurso de crítica a su salón, del cual
participé como autor de los textos del libro y como jurado del concurso, hoy se
rasgan las vestiduras porque se critica esta nueva versión. Pensé, ilusamente,
que se entendía la importancia de la crítica, buena, deficiente o mala, en la
construcción del tejido social de las artes, ya que más allá de los resultados
artísticos del presente 15 Salón Regional, este va a pasar a la historia como
uno de los más comentados y criticados. Será, seguramente, materia de estudio y
análisis en el futuro, como parte aguas en el acontecer artístico nacional.
José Horacio Martínez. Sobre las implicaciones de la soberbia. 1997.
Por todo lo anterior, considero que debo
aclarar mi posición en todo este asunto. Lo primero es que, desde 1998, llevo
una actividad de escribir sobre arte de manera relativamente constante y en
contra de un sistema que me parece dudoso y discutible. Iniciamos con Ojotravieso criticando la exposición El traje mágico del emperador (creo que
así se llamaba), con un texto titulado El
rey desnudo. Durante casi dos años y con el seudónimo de Jonás Ballenero
Arponero comenté sobre lo que consideré pertinente y necesario para comentar.
Valga la pena anotar que, hasta donde sabemos, Ojotravieso fue la segunda plataforma de crítica en internet del
país, después de Columnadearena y la primera del suroccidente colombiano. Es
obvio que después de casi 17 años de comentarios y preguntas “impertinentes” mi
número de “amiguis” en las instituciones sea bastante reducido, por no decir
que nulo.
Cuando en el 2014 se lanzó la convocatoria para
suplir el cargo de Curador del Museo La Tertulia en Cali algunos amigos y
conocidos me invitaron a participar en la misma. Incluso me informaron que, por
su propia iniciativa, en algunas reuniones sociales habían planteado mi nombre
a personas cercanas al museo. Para ni siquiera participar en la convocatoria
tuve en cuenta muchos aspectos:
a)
Los
términos de la convocatoria: asumir una responsabilidad como la de curador del
Museo La Tertulia debería ser valorada y remunerada de mayor y mejor manera, ya
que este cargo implica no sólo la responsabilidad frente al museo y sus
colecciones, como aspectos sociales, políticos, económicos y culturales.
b)
La
difícil situación administrativa y financiera del museo. He visto como el museo
demora sus pagos al personal que labora en él, por la difícil situación que
atraviesa o atravesaba. Esto me lo comentó uno de los excuradores y fue lo que
motivó su salida.
c)
Mi
situación laboral del momento: La vinculación que aún mantengo con la
Universidad del Cauca en Popayán, donde además tengo proyectos académicos e
institucionales, que no pensaba ni pienso dejar de lado.
d)
Las relaciones “difíciles”, por mi actividad
crítica, con el medio artístico local y nacional. También, me parece importante
continuar con esta actividad, que la considero como un “deber civil”. Considero
importante que alguien diga algo o hable, por fuera del sistema y las
instituciones (esta fue una de las consideraciones de mayor peso para desistir
de la convocatoria).
e)
Mi
posición de outsider dentro de la traza
urbana y cultural de Cali: considero que se deben replantear las relaciones de
las artes y sus instituciones en la ciudad. Por eso creamos Frontera sur en
2008.
f)
Mi
comodidad: Siendo un simple profesor de arte y un comentarista de la escena
artística mi situación es muy “cómoda” y
“tranquila”. Esto se perdería asumiendo como “curador” del museo (esto también
pesó mucho en mi decisión final).
Todo lo anterior no sólo no ha cambiado, sino
que además de ha afianzado. Por todas estas razones, no me interesa ni quiero
participar en los procesos internos del Museo La Tertulia. Mucho menos quisiera
ser curador del museo, ni director, ni administrador, ni portero, ni jardinero,
ni rondero, ni docente, ni nada parecido. Es falso que tenga una agenda oculta
o que participe en conspiraciones para dar un “golpe de estado” museal y mucho
menos con personas que ni me hablo y que han sido objeto de mis críticas (por
eso no nos hablamos). No pienso, al menos por el momento, abandonar mi “cómoda”
y “tranquila” posición como simple profesor universitario, comentarista o
crítico, visitante a exposiciones y turista cultural, por ningún cargo ni público,
ni privado. ¡Quédense tranquilos!
Por otro lado, nunca he participado en
Convocatorias del Ministerio de Cultura y no pienso hacerlo, al menos en un
futuro cercano y con las actuales condiciones de participación y convocatoria.
Esto porque no me parece coherente o lógico que por un lado esté cuestionando y
por el otro esté participando. Cuando he leído y revisado las convocatorias me
parecen insuficientes en recursos y tiempos, así que que no responden a mis
expectativas profesionales. Lo que sí he hecho es participar como conferencista
invitado o tallerista, en dos o tres proyectos apoyados por el ministerio,
aunque siempre manteniendo mi posición crítica y haciendo uso de mi libre
derecho al trabajo. Aclaro que las personas que me han invitado no eran mis
amigos, ni familiares, ni nada parecido. Incluso me ha sorprendido mucho que me
hayan invitado (últimamente me invitan mucho a dictar charlas y conferencias…
Solicitudes vía inbox…)
Además, me sale mejor financiar de mi bolsillo
y con mis horas libres de trabajo los procesos o proyectos que he realizado o
realizaré. No me da pena ni se me quiebran las uñas por limpiar una sala o
poner una puntilla, menos me espanta escribir un texto u organizar una
exposición o un evento. Lo que he hecho, hago y haré lo hago por puro placer y
gozo, por el interés de dar a mi comunidad cosas que considero importantes y
con el ánimo de aportar. Desde mi experiencia personal y profesional, puedo dar
fe que se pueden hacer proyectos expositivos (así sean pequeños y modestos) sin
los recursos del estado ni de la empresa privada. Para convencerme de esto y
poder plantearlo, fue fundamental haber cursado la Especialización en Gerencia
para las Artes, en 1997.
Y ya que estamos en estas, debo anunciarle a
los amables lectores que no soy perfecto ni infalible, así hace ya unos muy
buenos años me haya creído Dios (ya se me pasó, por fortuna). Como toda persona
que “corre riesgos” me he equivocado más de una vez y siempre he dado la cara y
asumido mis errores hasta las últimas consecuencias, lo cual considero que no
sólo es lo primero que se debe hacer, sino que además lleva a la pronta
solución de la falla. Incluso tengo una frase que repito constantemente entre
mi círculo de amigos y colegas: “Echando a perder se aprende”. Por fortuna,
cuando me he equivocado o he metido las patas, he contado con el apoyo de
personas expertas y sabias que me han ayudado a salir adelante, y con equipos
experimentados y capaces, prestos a resolver la situación, de manera rápida,
eficaz y efectiva. Asumir y asesorarse y acompañarse bien, también hace parte
de la experiencia y el conocimiento adquirido por años.
José Horacio Martínez. La sonrisa de mis enemigos. 1996
Espero haber dado suficiente claridad a los
cuestionamientos infundados, a las suspicacias, suposiciones y demás versiones
que intentan abordar todos estos asuntos desde lo personal. Ahora pasemos a lo
que se dice que dije…
Releyendo una y otra vez los artículos ¡Deje así! y Entonces ¿qué vamos a hacer? publicados en mi blog Desde la Kverna,
no encuentro la parte en donde hablo mal de la curaduría del 15 Salón Regional.
Incluso diría que hablo bien, cuando en el primero digo: “La escogencia de las piezas y autores, los que
conozco, me parece acertada. Sus obras o procesos artísticos tienen condiciones
tanto técnicas como conceptuales para hacer parte de este evento”. Incluso tuve
especial cuidado en esta parte del texto porque no quería afectar negativamente
a los artistas seleccionados (conozco y aprecio a casi todos; otros no los
conozco), ni a los curadores. Confieso que con uno de ellos trabajamos juntos
en un largo proyecto hace ya muchos años (creo que fue su primer trabajo en el
medio de las artes) y siempre me ha parecido una excelente persona, sensible,
humilde y honesto, con la que se puede dialogar. Así que no tengo ninguna
rencilla personal con los curadores. Sólo señalé unas fallas en las
exposiciones, las cuales creo que se han intentado corregir en más de una
ocasión, desde el inicio de la exposición.
Lo que cuestioné fue “la
pésima museografía y el dudoso montaje” y el daño de obras de los artistas. No
puedo hablar de la curaduría porque desconozco los textos curatoriales que
acompañan las exposiciones, así como los guiones curatoriales y museográficos.
Respecto a la museografía, esta no se trata sólo de imprimir y colgar bien el
pendón de la exposición o poner en una hojita las fichas técnicas. La labor del
museógrafo es mucho más compleja e implica el diseño de la exposición en
general en cuanto a su presentación, lo que además comprende las áreas y
condiciones de circulación del público, sobre todo el que tiene condiciones
diferentes de desplazamiento, pensando en la seguridad de todos los
espectadores y las obras[1]. O sea,
desde un principio señalé que el problema fundamental era de montaje y
museografía, y no hablé de la curaduría.
La cuestión aquí es que una
falla de montaje y de museografía, ¿por qué no se resolvió a las pocas horas de
haber sido señalada? ¿Por qué se ha dado todo este intercambio de mensajes,
textos, ataques y demás, entre miembros del campo artístico, primero local y
ahora, parece, nacional? ¿No será que con “un disculpe usted, ya arreglamos el
asunto” hubiera bastado y nos hubiéramos evitado esta tormenta? Aquí es donde
se ve la inexperiencia. Porque, desde la experiencia, una cosa “menor” como una
falla de montaje se resuelve rápidamente y en casa, sin tanto aspaviento, ni
tanta alharaca, ni tanto ataque. Mejor dicho, con una comunicación de los
curadores-productores, dando la cara desde un principio y actuando
diligentemente (o sea, comprando e instalando los treinta mil pesos de cinta de
demarcación y arreglando las vitrinas) esto se hubiera resuelto. Los curadores
siguen ausentes, incomunicados y como que todo no acaba de resolverse.
Lo otro que señalé es el daño
de las obras, pero de esto ya deberán encargarse los artistas y los curadores…
Una de las cosas que más me ha
sorprendido en todo esto, después de tantos años de criticar y criticar casi
que sobre lo mismo (porque los problemas y los postulados expositivos parecen
ser los mismos) es que por primera vez se han levantado voces de gran parte los
sectores y grupos, primero de la ciudad y luego, aparentemente, de Colombia.
Incluso, creo que primero hubo cuestionamientos a los 15 Regionales desde la
Zona oriente y parece que algo similar sucede en la Costa Atlántica (lo digo
por un pequeño comentario que algo dice al respecto). El nivel de
cuestionamientos, en cuanto a la cantidad, la variedad de autores y los niveles
de apasionamientos, parece indicar un descontento generalizado frente a las
actuales políticas y convocatorias ministeriales. ¡Como que la olla a presión
se estalló! Ante la avalancha de cuestionamientos, que parecen venir desde
diferentes regiones y sectores, me atrevería a proponer un gran debate nacional
sobre la situación del sector de las artes plásticas y visuales en Colombia, en
un terreno neutral y sin la presencia de agentes gubernamentales, mejor dicho,
un debate de la academia.
¡Striptease! ¡Esto ha sido como una empelotada
de aquellas del débil sistema de las artes del país! Y con todas las “cositas”
expuestas, creo que hay mucho más por ver. Mejor dicho, lo que ha sucedido y
está sucediendo con el 15 Salón regional Zona Pacífico, ha ido más allá de una
exposición mal montada o mal curada. Lo que parece ponerse en evidencia son las
fallas en el sistema de las artes plásticas del país, que implican, sobre todo,
cómo se asignan, se distribuyen y ejecutan los recursos públicos de las artes
plásticas y visuales. Esto debería ser materia de análisis en futuras
investigaciones.
[1] Para acercarse al tema se puede ver el
libro Cómo administrar un museo: Manual
práctico, en especial el capítulo Presentaciones,
obras expuestas y exposiciones de la arquitecta y museóloga mexicana Yani
Herreman. http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001478/147854s.pdf
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