viernes, 10 de julio de 2015

Y, ENTONCES, ¿QUÉ VAMOS A HACER?

Por: Carlos Fernando Quintero Valencia

Hace una semana se estaba inaugurando el 15 Salón Regional-Zona Pacífico y casi de inmediato empezaron las críticas y cuestionamientos al evento y, sobre todo, a sus “curadores”. Empezaron los artistas, sotto voce, como casi siempre. El malestar, como preludiado por el Salón anterior, fue en crescendo hasta alcanzar proporciones inimaginables: la queja generalizada de gran parte del medio artístico local y nacional, que, por primera vez y al unísono, se han manifestado en contra del evento. El gran logro de este Salón ha sido ponernos de acuerdo, incluso con aquellos que hemos mantenido muchos desacuerdos, y además, ha logrado que se manifiesten, los que poco o nunca han hablado.

Gabinete de curiosidades Musei Woemani. 
Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Cuartos_de_maravillas#/media/File:Musei_Wormiani_Historia.jpg

En esta agitada y tensa semana han pasado muchas cosas. Textos han ido y venido reclamando explicaciones, responsabilidades y cabezas. Caricaturas y memes han rotado entre correos y muros poniendo un poco de humor a la terrible situación. Incluso, algunas voces se han levantado tratando de defender lo indefendible. Lo más grave es que se ha intentado suplantar al menos a una persona, en comentarios, como si alguien estuviera tratando de confundir y apaciguar los ánimos (me refiero a la “suplantación” de Sandra Navia en los comentarios de Esferapública).

Lo que no ha habido, al menos hasta el momento, es un pronunciamiento serio y claro ni de los “curadores”, ni mucho menos de las entidades privadas y gubernamentales implicadas en este lío. De parte de los “curadores” lo único que parece haber sucedido es la censura de al menos un comentario en la página del evento. De explicaciones, aclaraciones, enmiendas, argumentos, que yo sepa, no ha sucedido nada.

Las instituciones, Museo La Tertulia y Ministerio de Cultura, tampoco se ha sabido nada, al menos en esta Kverna. Claro, es la “posición” tradicional y oficial. Nunca responden a los debates y a los cuestionamientos y dejan que la “marea” baje. Creo que es necesario aclarar que este proyecto se hace con dineros públicos, provistos por el Ministerio de Cultura, así que debería ser una obligación que tanto los “curadores” como las instituciones, respondan de manera pública a lo que los ciudadanos hemos solicitado. Mejor dicho y para ser un poco más claro, aquí no se trata de la platica del bolsillo de nadie, sino de los dineros que los contribuyentes y ciudadanos hemos dado al estado y que, parece que no ha sido bien utilizado. Por esta sencilla y simple razón, todos los implicados deberían responder a los cuestionamientos y debates. No es sólo una postura ética y moral, además de profesional; es una obligación que adquieren todos, al contratar con dineros públicos.

Gabinete de Curiosidades. Johann Georg Hainz. ca. 1666
Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Cuartos_de_maravillas#/media/File:Johann_Georg_Hainz_-_Cabinet_of_Curiosities_-_WGA11425.jpg

Por otro lado, hay muchas cosas qué revisar al interior y al exterior de este 15 Salón Regional – Zona pacífico (de pacífico no ha tenido sino el nombre). Al interior, lo que se evidencia es el daño físico y moral de al menos algunas de las obras, que han sido alteradas por los curadores, tanto en sus condiciones físicas (reitero) como al montarlas por fuera de los requerimientos de los artistas. ¿Será que un “curador” puede hacer lo que quiera con las obras de los artistas? Una de las funciones importantes de un curador es preservar el valor de los artistas y las obras. Esto lo hace no sólo en términos de la conservación física de las cosas-obras, sino aportando positivamente al valor cultural, social y simbólico de las obras y los artistas. Así, en una buena exposición, la obra y el artista “ganan” o “incrementan” estos valores, que redundan en otros: el político y el económico. Por el contrario, en una “mala exposición”, se afecta negativamente a las y los artistas en todos los valores mencionados. A veces este tipo de daños son irreparables.

Al exterior del Salón, pero implicándolo, está la dudosa política de los salones, que en Colombia se ha impuesto con argumentos nebulosos desde hace alrededor de 15 años. El primer argumento dudoso es lo “inadecuado” y “caduco” del modelo del Salón, es decir, de la exposición por convocatoria abierta y concurso, en la cual podían participar todos los artistas, sin distingo de clase, raza y condición social y cultural. Esto parece ser el mayor inconveniente para el stablishment (léase Ministerio de Cultura), ya que en los salones se “colaban” obras y artistas que no favorecían los intereses de algunas personas, incluido el gobierno central. Claro, el arte cuestiona y molesta, a veces de manera sutil y otras de manera directa. Así que, desde mi particular perspectiva, lo que asegura la figura del “curador” (decidido dedocráticamente desde los bureaux de la capital) es el control de lo que se exhibe y se produce, estableciendo casi que un solo y único modelo de arte, que es el que el Ministerio y el gobierno central (Big Cousin and Big Brother) quieren ver o sirve mejor a sus intereses.

Por otro lado, lo que asegura este modelo “curatorial” es que haya menos visibilidad y menos impacto social, cultural, simbólico y político de las artes. Lo que se ha logrado (si es que a esto le podemos llamar logro) es la atomización del medio artístico nacional, fragmentándolo en pequeñas células y facciones. Así, en lugar de eventos que reúnan y comuniquen a los actores del arte, como lo hacía el antiguo Salón nacional, lo que se da es una cantidad de eventos cada vez más pequeños e insignificantes (porque no significan), que poco importan e inciden en la sociedad.

Aclaro que no tengo nada en contra de las exposiciones por proyectos curatoriales, siempre y cuando cumplan con dos condiciones: La primera es que las realicen profesionales del arte, con experiencia y conocimiento, o sea, verdaderos curadores. La segunda, que se trate de manera coherente, digna, acertada e inteligente a los artistas y las obras. Por lo general, esto último lo hacen los verdaderos curadores.


Finalmente, el modelo de proyectos curatoriales nunca pudo y no podrá reemplazar lo que fue el Salón Nacional de Artistas, como evento que permitía visibilizar y afianzar procesos artísticos del país, frente a los grandes públicos del arte nacional e internacional, permitiendo, sobre todo, la participación de esos “colados”, que hoy están ausentes y están cada vez más marginados. Y, entonces, ¿qué vamos a hacer? 

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