Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
Hace una semana se estaba inaugurando el 15
Salón Regional-Zona Pacífico y casi de inmediato empezaron las críticas y
cuestionamientos al evento y, sobre todo, a sus “curadores”. Empezaron los artistas,
sotto voce, como casi siempre. El
malestar, como preludiado por el Salón anterior, fue en crescendo hasta alcanzar proporciones inimaginables: la queja
generalizada de gran parte del medio artístico local y nacional, que, por
primera vez y al unísono, se han manifestado en contra del evento. El gran
logro de este Salón ha sido ponernos de acuerdo, incluso con aquellos que hemos
mantenido muchos desacuerdos, y además, ha logrado que se manifiesten, los que poco
o nunca han hablado.
Gabinete de curiosidades Musei Woemani.
Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Cuartos_de_maravillas#/media/File:Musei_Wormiani_Historia.jpg
En esta agitada y tensa semana han pasado muchas
cosas. Textos han ido y venido reclamando explicaciones, responsabilidades y
cabezas. Caricaturas y memes han rotado entre correos y muros poniendo
un poco de humor a la terrible situación. Incluso, algunas voces se han
levantado tratando de defender lo indefendible. Lo más grave es que se ha
intentado suplantar al menos a una persona, en comentarios, como si alguien
estuviera tratando de confundir y apaciguar los ánimos (me refiero a la “suplantación”
de Sandra Navia en los comentarios de Esferapública).
Lo que no ha habido, al menos hasta el momento,
es un pronunciamiento serio y claro ni de los “curadores”, ni mucho menos de
las entidades privadas y gubernamentales implicadas en este lío. De parte de
los “curadores” lo único que parece haber sucedido es la censura de al menos un
comentario en la página del evento. De explicaciones, aclaraciones, enmiendas,
argumentos, que yo sepa, no ha sucedido nada.
Las instituciones, Museo La Tertulia y
Ministerio de Cultura, tampoco se ha sabido nada, al menos en esta Kverna.
Claro, es la “posición” tradicional y oficial. Nunca responden a los debates y
a los cuestionamientos y dejan que la “marea” baje. Creo que es necesario
aclarar que este proyecto se hace con dineros públicos, provistos por el
Ministerio de Cultura, así que debería ser una obligación que tanto los “curadores”
como las instituciones, respondan de manera pública a lo que los ciudadanos
hemos solicitado. Mejor dicho y para ser un poco más claro, aquí no se trata de
la platica del bolsillo de nadie, sino de los dineros que los contribuyentes y
ciudadanos hemos dado al estado y que, parece que no ha sido bien utilizado.
Por esta sencilla y simple razón, todos los implicados deberían responder a los
cuestionamientos y debates. No es sólo una postura ética y moral, además de
profesional; es una obligación que adquieren todos, al contratar con dineros
públicos.
Gabinete de Curiosidades. Johann Georg Hainz. ca. 1666.
Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Cuartos_de_maravillas#/media/File:Johann_Georg_Hainz_-_Cabinet_of_Curiosities_-_WGA11425.jpg
Por otro lado, hay muchas cosas qué revisar al
interior y al exterior de este 15 Salón Regional – Zona pacífico (de pacífico
no ha tenido sino el nombre). Al interior, lo que se evidencia es el daño
físico y moral de al menos algunas de las obras, que han sido alteradas por los
curadores, tanto en sus condiciones físicas (reitero) como al montarlas por
fuera de los requerimientos de los artistas. ¿Será que un “curador” puede hacer
lo que quiera con las obras de los artistas? Una de las funciones importantes
de un curador es preservar el valor de los artistas y las obras. Esto lo hace
no sólo en términos de la conservación física de las cosas-obras, sino
aportando positivamente al valor cultural, social y simbólico de las obras y
los artistas. Así, en una buena exposición, la obra y el artista “ganan” o “incrementan”
estos valores, que redundan en otros: el político y el económico. Por el
contrario, en una “mala exposición”, se afecta negativamente a las y los
artistas en todos los valores mencionados. A veces este tipo de daños son
irreparables.
Al exterior del Salón, pero implicándolo, está
la dudosa política de los salones, que en Colombia se ha impuesto con argumentos
nebulosos desde hace alrededor de 15 años. El primer argumento dudoso es lo “inadecuado”
y “caduco” del modelo del Salón, es decir, de la exposición por convocatoria
abierta y concurso, en la cual podían participar todos los artistas, sin distingo
de clase, raza y condición social y cultural. Esto parece ser el mayor
inconveniente para el stablishment
(léase Ministerio de Cultura), ya que en los salones se “colaban” obras y
artistas que no favorecían los intereses de algunas personas, incluido el
gobierno central. Claro, el arte cuestiona y molesta, a veces de manera sutil y
otras de manera directa. Así que, desde mi particular perspectiva, lo que
asegura la figura del “curador” (decidido dedocráticamente
desde los bureaux de la capital) es
el control de lo que se exhibe y se produce, estableciendo casi que un solo y
único modelo de arte, que es el que el Ministerio y el gobierno central (Big
Cousin and Big Brother) quieren ver o sirve mejor a sus intereses.
Por otro lado, lo que asegura este modelo “curatorial”
es que haya menos visibilidad y menos impacto social, cultural, simbólico y
político de las artes. Lo que se ha logrado (si es que a esto le podemos llamar
logro) es la atomización del medio artístico nacional, fragmentándolo en
pequeñas células y facciones. Así, en lugar de eventos que reúnan y comuniquen
a los actores del arte, como lo hacía el antiguo Salón nacional, lo que se da
es una cantidad de eventos cada vez más pequeños e insignificantes (porque no
significan), que poco importan e inciden en la sociedad.
Aclaro que no tengo nada en contra de las
exposiciones por proyectos curatoriales, siempre y cuando cumplan con dos
condiciones: La primera es que las realicen profesionales del arte, con
experiencia y conocimiento, o sea, verdaderos curadores. La segunda, que se
trate de manera coherente, digna, acertada e inteligente a los artistas y las
obras. Por lo general, esto último lo hacen los verdaderos curadores.
Finalmente, el modelo de proyectos curatoriales
nunca pudo y no podrá reemplazar lo que fue el Salón Nacional de Artistas, como
evento que permitía visibilizar y afianzar procesos artísticos del país, frente
a los grandes públicos del arte nacional e internacional, permitiendo, sobre
todo, la participación de esos “colados”, que hoy están ausentes y están cada
vez más marginados. Y, entonces, ¿qué vamos a hacer?
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