Por: Carlos Fernando Quintero Valencia
Hace unos días llegaron a esta Kverna voces en
favor o en contra de candidatos, acompañadas de “propuestas” políticas para las
artes y la cultura en Cali, Popayán, el Valle del Cauca y Cauca. Lo curioso, o
ya no tanto, es que todas las propuestas confluyen en casi los mismos tres
renglones y parafraseo: “En mi gestión (con tono grandilocuente) velaré o
propiciaré por el mejoramiento del sector de la cultura y las artes. Apoyaré
las entidades culturales y artísticas y protegeré a los actores culturales
(esto último lo dicen sólo pocos)”. Obvio que la fórmula no es más que una
fácil retórica, casi que aprendida como reinas de belleza. Lo que se evidencia,
en primer lugar, es un desconocimiento sobre las necesidades y oportunidades
del sector de la cultura y las artes y, en segundo lugar, la falta compromiso
real y de interés.
Ante lo primero, desde este kvernoso lugar, se
percibe en términos generales sobre las necesidades, lo siguiente:
1) Los diferentes actores culturales, como
constructores de comunidad, que muchas veces lo hacen sin o con muy pocos
recursos económicos, se ven obligados a pagar onerosos impuestos y obligaciones
parafiscales (salud, pensión, cesantías y riesgos laborales). Pienso, sobre
todo, en los gestores culturales comunales o comunitarios o en los jóvenes de
la cultura que llevan ya una larga trayectoria o que comienzan en las artes.
2) No hay suficientes espacios para la
promoción, difusión y, sobre todo y en especial, comercialización adecuada de
productos artísticos y culturales. En Colombia se ha implantado una “cultura
mendicante” basada en un sistema de subvenciones, estímulos o becas otorgados
por el gobierno nacional, departamental y municipal. Esta situación siempre me
ha parecido perniciosa, ya que se basa en la filosofía de “dar el pescado”,
casi como una versión suave del también famoso “pan y circo”. Pareciera que a
partir de esta política se quisiera privilegiar ciertas prácticas artísticas en
detrimento de otras y controlar el “gusto nacional”, o sea el acceso del
público a las manifestaciones artísticas y las relaciones entre el mismo
público y los artistas, incluidas las relaciones comerciales. ¿Por qué no mejor
enseñar a pescar? ¿No es más digno y más rentable que los artistas y actores
culturales vivan de la venta de su trabajo, en lugar que se disputen las pocas
becas o estímulos que ofrece el gobierno?
3) De lo anterior se deriva un problema que
poco se toca o se habla, al menos de manera propositiva: La educación. La
oferta educativa en Colombia es muy limitada. Casi que sólo se ofrecen
programas para formación de artistas, así se disfracen de “licenciaturas”. Pero
un sector de las artes no se conforma sólo de artistas. Incluso, y es otra
grave percepción desde esta kverna, los artistas, en su mayoría, no han podido
ni pueden subsistir y existir sin que actúen otros profesionales de las artes,
desde los teóricos (historiadores, curadores y críticos, por ejemplo), como
administrativos (desde montajista y personal de apoyo hasta gestores y gerentes
de las artes).
Y para lo segundo, que proponen la mayoría de
políticos, o sea el apoyo a las entidades culturales y artísticas y a los
artistas, pues esa es la función que deberían cumplir, si quedan en sus cargos.
Entonces, ¿cuál es la promesa? ¿Que van a hacer lo que tienen qué hacer? Como
diría la señora de marras (concubina del señor de marras): “¡Bonito así!”
De todo lo anterior, se me ocurren y les
propongo los siguientes puntos de discusión y de compromiso de los políticos en
campaña:
1) Exención de impuestos municipales,
departamentales y nacionales a las entidades y empresas culturales,
constituidas o por constituirse, que generen al menos dos empleos directos a
personas de la cultura y las artes y que incluyan en sus programaciones al
menos a un 50% de artistas oriundos o residentes (que residan en los últimos 5
años) de la ciudad y el departamento.
2) Inclusión en el Sisben a los gestores
culturales y artistas que lo soliciten y que demuestren actividad cultural y
artística en el municipio o en el departamento en los últimos 2 años. Exención
en el cobro de Retención en la fuente para profesionales de las artes y la
cultura.
3) Propiciar, promover y patrocinar la creación
y promoción de espacios comerciales para la cultura y las artes, tipo ferias de
arte, salones de artistas y festivales culturales y artísticos, de carácter incluyente
y diverso.
4) Apoyar y gestar, junto con las instituciones
educativas, nuevos programas de formación en artes y cultura, diferentes a la
formación artística. Entre ellos debería formarse, a nivel superior, curadores
o comisarios, gestores y gerentes culturales, administradores con énfasis en
arte y cultura, historiadores del arte y críticos de arte. También, a nivel
Técnico o Tecnológico, personal administrativo para las artes y la cultura
(guías, montajistas, asistentes administrativos, etc).
Hasta aquí estos puntos que se me han ocurrido
en estos últimos días. La idea sería comprometer a los candidatos a los
diferentes cargos en los mismos o en los que la comunidad artística de la
localidad o el país. Claro que veo complicado que nuestros políticos asuman
alguna responsabilidad o compromiso con los mismos. De todos modos, que al
menos nutran sus propuestas con alguna nueva palabra y no sigan repitiendo la
misma perorata.
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